Poco a poco desde los tiempos del independentista
encubierto Jordi Pujol, presunto clan corrupto, se fue introduciendo en la
enseñanza catalana textos históricos erróneos y otros virales, como lo del año
1714 (de hace más de 300 años). Esta forma de enseñar además de que era
partidista era víctimas. Una autonomía como la catalana cuyos dirigentes
independentistas les induce al victimismo, les cierra las puertas a la
verdadera libertad y a la verdad de los tiempos en que vivimos. Ser víctima te
condiciona. Si a los niños, en su tierna edad les educan en el error, luego era
difícil encauzarlos hacia la libertad y la integración.
Pretenden enseñarles agravios y no futuro, y que no son españoles, y que con
diferentes, y que la Constitución no es su Constitución, o que el Tribunal Constitucional
no aprobó en 2010 el Estatuto que votaron y que ellos querían, la de ser
NACIÓN, para tener argumentos hacia la independencia.
Estoy seguro que el bloque independentista va a ganar las elecciones por
mayoría, lo cual provocarán una vuelta atrás, que las empresas no volverán,
que la economía, y por consiguiente el paro volverá a incrementarse. Van a ser
generaciones perdidas en el sueño de la República Catalana que tiene más
inconvenientes y despropósitos que la realidad del mundo global en la que vivimos
en Europa dándole la espalda y la comunidad internacional. Nadie quiere que
Europa se fracture y vuelvan los reinos taifas.
En toda sociedad democrática hace fala la sesatez, y obedecer las normas prodominantes.
La independencia es ruina y misera, mal camino. Pero no todos los catalanes son independentistas. Ahora, y más que nunca es necesario hacer valer la voz oculta de los catalanes españoles, que es el camino hacia la properidad.
Ramón Palmeral
Columnista de MUNDIARIO