Las desigualdades sociales perduran porque el individuo importa poco y lo que se valora es la especie y la sociedad que es quien tiene el impulso cinético de una Nación.
Cuando leo
en la prensa que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España
subirá en 2018 un 4 %, y que a la vez se comprometen en incrementar los
gastos militares para siete años en un 80 %, pienso inmediatamente en una
evidente desigualdad social, donde importa más la seguridad de la OTAN que la
supervivencia del individuo. Esto me recuerdo un libro de un filósofo y
escritor español Ramón Campos Pérez nacido en Burriana (Castellón de la
Plana) en 1755, y muerto no se sabe dónde en 1808, de cuya biografía no sabemos
nada, porque cuando los hombres ilustres dicen verdades, se tiende, por
naturaleza, a olivarlos.
Ramón Campos
es autor de
tres libros, el más importante desde el punto de vista filosófico y social se
titula De la desigualdad personal en la sociedad civil, lo
escribió en 1799, pero como no lo puedo publicar por cuestiones económicas,
se lo dejó a un “personaje poderoso” para que como dice Azorín en su artículo
“Justicia y la especie” de 1913, “que le allanaren las dificultades para su
publicación”, pero este personaje, al leer el original pensó que lo mejor era
no darlo a la estampa. Por ello no fue hasta 1823 cuando se publica por primera
vez París. Actualmente la Biblioteca Sribsd digital dispone de una publicación,
donde dice varios puntos que destaco: “De nacimiento tenemos que respetar la comunidad de
nuestros semejantes, en términos de ser infelices o dichosos, según el modo con
que nos miren”. Y en otra frase escribe: “…hace parecer que la
desigualdad de cuna proviene de la injusticia de las leyes”.
Resume Ramón
Campos sobre la justicia y la especie, para concretar con honra sinceridad
que la Naturaleza es injusta, porque a la Naturaleza no protege a los
individuos sino a la especie, porque tiene designios superiores a los de
los individuos.
Por
consiguiente, vemos que el Estado español, los Estados y las potencias
mundiales aplican y practican la filosofía escolástica encubierta del
español Ramón Campos, que ya en el siglo XVIII, observó como los
pensadores de la Ilustración de Jean-Jacques Rousseau una contenida en El contrato social,
«El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado» sobre la
libertad igualdad de los hombres contra los poderes absolutista de los monarcas.
Si volvemos
al tema principal que nos ocupa entre la desigualdad del Salario Mínimo
Interprofesional y los gastos militares, observamos que poco cambian los
tiempos respecto a la consideración del individuo o trabajadores, que en 2018
con un salario mínimo de 736,90, € mensual lo que supone un incremento de
28,30 €, es decir, que seguimos tan descamisados como en el año que nos deja
2017. Lo que podríamos equipararlo con una forma actualizada de esclavitud
salarial, pero sin romanos. España ocupa el séptimo lugar en el ranking de
salarios mínimos, los obreros que más cobran en Europa son los de Luxemburgo
que se acercan a los 2.000 € mensuales.
Leo en la
prensa de noticas de agenda que el Gobierno español se ha comprometido a
incrementar en más de un 80% su actual gasto militar en los próximos siete
años, hasta rondar los 18.000 millones de euros. Esto se traduce en que no
puede haber paz si no te preparas para la guerra, olvidándose de la fe y de la
razón.
El presente
año 2017 el SMI se incrementó en un 8%, o sea, 52,40 euros, que lo elevó
a 707,60 euros, y este años un 4 % menos. Lo cual evidencia que vamos para
atrás como los desacelerados cangejos. Y los dos sindicalistas de UGT y CC.OO, mudos,
firmaron del acuerdo social del 4 %, “descorbatados” y con pantalones vaqueros
(no tienen trajes para las fotos, por las apariencias a los que representan
como si no hubiera trabajadores con trajes y corbatas), utilizaron los
bolígrafos de marca, bajo la mirada atenta de Mariano Rajoy, de
Fátima Ibáñez, con los dos representantes de los empresarios “los
encorbatados” para pasarlo inmediatamente el Real Decreto en el B.O.E.
El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) fija la cuantía retributiva mínima que
percibirá el trabajador u obrero (al gusto socialista) referida a la
jornada legal de trabajo, sin distinción de sexo u edad de los trabajadores,
sean fijos, eventuales o temporeros. Es el salario que fija la Justicia para
evaluar sus sanciones o indemnizaciones.
Cuando el
salario mínimo, es mínimo de hambre, por antonomasia se convierte en pagos
en negro, sobres e incentivos por productividad (albitrarios
siempre) u horas extras (casi nunca ni bien contabilizadas ni bien pagadas), y
fraude a la Seguridad Social. Porque como decía en la entradilla las desigualdades
sociales perduran porque el individuo importa poco y lo que se valora es la
especie y la sociedad que es quien tiene el impulso cinético de una nación.
Ramón Fernández Palmeral.
Columnista de Mundiario
Alicante, 27 de diciembre de 2017