Por Consuelo
Jiménez de Cisneros
Cuanto más leo sobre la
violación colectiva llevada a cargo por esa repulsiva pandilla que se
autodenomina “la manada”, más indignación siento. No se trata solo de abuso
sexual. Se trata de abuso del fuerte (cinco
hombres adultos) contra el débil (una joven, casi una niña, que va de fiesta y
bebida). Se trata de la burla, de la cosificación, de aprovecharse de una
muchacha y dejarla literalmente tirada, indefensa, incomunicada, porque, tras
el múltiple agravio –violarla, filmarla y humillarla sin límites- le roban y
destruyen su teléfono móvil.
Lo peor de esta historia es
tener que escuchar la voz de los delincuentes: “en ningún momento dijo que no,
en ningún momento se resistió...” Puedo asegurar, con conocimiento de causa,
que cuando una persona está en estado de shock, se queda sin palabras. Si fuera
cierta la versión mentirosa de la manada mendaz, si la diversión hubiera sido
consentida y por tanto compartida, la muchacha habría seguido con ellos después
del rato de juerga del descansillo. Habrían vuelto juntos a la plaza del
Castillo a tomarse la penúltima copa.
¿Qué clase de padres de
familia, de ciudadanos de bien, pueden ser estos individuos que ahora se
disfrazan de personas normales, afeitados y encamisados? ¿Con qué cara pueden
mirar a sus madres, a sus hermanas, a sus amigas, después de lo que hicieron?
Si tuvieran un mínimo de decencia, un rastro de la esencia moral que
caracteriza a los seres humanos, reconocerían su culpa, pedirían perdón,
asumirían su castigo. Pero no. Los cinco miserables y sus abogados
manipuladores muestran lo bajo que se puede caer en un horror que va más allá
de machismos y violencias de género: un horror muy viejo que consiste en utilizar
a un ser humano para divertirse como si fuera una cosa, un juguete, un “kleenex”
de usar y tirar. Y a una cosa, a un juguete, a un kleenex, no se le pide
permiso para nada ni se espera que lo conceda.
Que caiga todo el peso de la
ley sobre la manada. Y que quede clara una cosa: ella no formaba parte de la
manada.