El independentismo catalán se rompe |
El
juez belga es una especie de Juez de Distrito
y se abstiene de decidir sobre un tema con complejo desde el punto de
vista penal e indirectamente político, y pasa la decisión a un Juez de
Instrucción, de mayor rango en la jerarquía jurídica, lo que, desde el punto de
vista de maniobras para las lecciones del 21 D, benefician la del Estado
español, puesto que desde esta forma, de haber venido los cinco fugitivos a
España, hubieran entrado en prisión, y aumentaría la carga de odio con petición de la libertad de los presos,
llamados por los secesionistas políticos, cuando en realidad se trata de
“políticos presos”, porque no se puede delinquir contra la Constitución ni
contra el Estatuto catalán, desobedecer por “la jeta cemental” al Tribunal
Constitucional, hundir la economía, y salir indemnes.
El
hecho de declarar Puigdemont y los suyos en neerlandés, no se debe a un
capricho o a una petición, sino que el abogado defensor Paul Bekader habla
neerlandés, y cobra entre 500 y 1.000 la hora (Según “El Economista”), quien
paga esta minuta. Es lo que la policía debe averiguar.
La
cárcel es la demostración de poder del Estado como ha hecho ahora con el
encarcelamiento de los rebeldes catalanes independentistas, y petición de
detención para cinco más, que se hallan en Bélgica. Ahora las manifestaciones
independentistas piden en lugar de pedir democracia para el referéndum o clamar
vítores por la proclamación ilegal de la república, piden la liberta de los
presos. Todos sabían que podían ir a la cárcel, excepto Puigdemont que nunca, a
pesar de haberlo dicho en mítines, quiso ir a la cárcel y se fue a Bélgica para
pedir asilo político, como no se lo dieron, ahora está a la espera de la
extradición que puede durar 90 días, es decir que vendría después de las
elecciones autonómicas, cuyo panorama desconocemos.
Sin
duda alguna el independentismo está sufriendo la mayor depresión de su ola, es
evidente que la gente ya está desengañada, desmentida, y sabedoras que siempre
chochan contra los rígidos muros de la Constitución.
De
siempre, a las oligarquías de los separatistas tanto vascos como catalanes a la
Constitución de 1978, no les ha gustado nunca, cuando en realidad, la
Constitución ha servido, tras la Transición para modernización de España,
incorporándola al mundo democrático internacional, dotándola de Unidad y Estado
de Derecho. Autonomías que tienen un autogobierno semejante a los estados
federados. Quizás lo que necesita la Constitución son reformar para actualizar
las futuras actuaciones ante otros retos u otros desafíos.
Muchos
periodistas, intelectuales y jaleadores en el llamado “procés”, se arrepientes
ahora de haberlo hecho, porque han provocado la ola máxima de la utopía
independentista hasta la ejecución o proclamación ilegal, por ende han sacado
de las cavernas al dragón del artículo 155, que no se ha inventado nadie sino
que estaba durmiente en la Constitución. Creían que los líderes soberanistas iban
de farol para presionar y que no llegaría al dramatismo actual. Estos
jaleadores, han ocasionado un perjuicio al autogobierno, a la economía y a la
convivencia social de daños irreparables, es decir que han despertado al
monstruo de la independencia, que tiene raíces muy antiguas en Cataluña desde
la primera proclamación en 1640 en tiempos de Felipe IV, con varios intentos a
los largo de la historia. Porque el
independentismo catalán está arraigado en una oligarquía feudal antigua, que no
tiene cabida en Europa, ni en un mundo globalizado, donde se pretende es abrir
fronteras.
Pienso
que tras esta trágica experiencia con unos ex consejeros presos, otros
procesados en el extranjero, y unos partidos políticos independentistas
divididos y los constitucionalistas más unidos en llevar la legalidad a
Cataluña, los catalanes más sensatos acabarán votando, no sentimentalismos
trasnochas, ni quimeras imposibles, sino que sabrás lo que más les conviene.
Para
concluir, pienso que el hecho de tener a Puigdemont y a los 4 exconsejeros
retenidos en Bélgica por un periodo de 90 días, le viene bien a los
constitucionalistas, y a la sensatez. Porque se han de convencer de una vez,
por todas que no se pueden hacen referéndums unilaterales, ni proclamaciones de
repúblicas de papel cartón votadas ilegalmente y en secreto por una parte los
parlamentarios, y sin el consenso del Estado, que está representado en las
Cortes y en el Senado por la mayoría opuesta de los españoles, que no quieren
desprenderse una parte del territorio nacional, por un derecho a decidir que no
existe, porque no se puede decidir sobre lo que no es tuyo.
Ramón
Palmeral
06-11-2017
06-11-2017