Por Ramón Fernández Palmeral
12 de spetiembre de 2017
Por todos los españoles es sabido que el sentimiento
independentista existe en Cataluña desde el siglo XIX, lo que sucede es que
algunas veces el índice de su gráfica de valores fluctúa al alza según los tiempos,
sobre todo en tiempos de crisis.
Los españoles hemos aprendido a convivir con la idea
del separatismo catalán, y no pasa nada, excepto cuando tratan de llevarlo a la
práctica, cuando pasan del juego de las banderas a la realidad, y materializarlo.
El astuto Jordi Pujol siempre los mantuvo a los independentistas en el sitio de
la idealización, en la ficción, y en el ¡ya veremos! Pero poco a poco esa bola
de imposible independencia ha crecido en una falsa que se la han creído, como
gente de bajo nivel intelectual como Arthur Más, como Puidemont, Junqueras o
Forcadell. Lo esperpéntico y estúpido ha sido engañar a la gente diciéndoles que
iba a hacer un referéndum vinculantes y con el permiso del gobierno de Rajoy,
cuando sabían de antemano que una consulta no iba a ser posible porque topaban
con el techo de la Constitución, sobre la indivisible unidad de España.
Ellos, los independentistas, no contaban con que el
papá patrón del Estado no podía autorizar una consulta de separación de una
parte del territorio español. Y esta es la realidad. Los catalanes no pueden
decidir sobre lo que no es suyo, porque Cataluña es parte de España, y que por
el hecho de nacer o residir en un territorio no te da derecho a apropiártelo.
Lo de la Diada está bien, es un día de fiesta autonómica para sacar las banderas y desfogarse, como años atrás, pero ya está de ahí no
pasaba y no podía en peligro a la sociedad catalana, pero no para crispar a la gente y aumentar su hispanofobia a niveles de psiquiátrico. Y exponer a la gentes a que les hagan daño los antidisturbios.
Todos los países de Europa y del mundo tienen regiones con ideas locales históricas, de no globalización. Pero eso se queda así y ya está. Y por ejemplo, la Unión Europea, jamás premiara o fomentará la desunión, el secesionismo en Europa, detrás tendrían a Baviera, o los Flamencos, Irlanda del Norte, los Corsos…y sería como dar paso a la primera ficha caída del dominó de la Unión y volver a los reinos taifas. Por ello, está bien que la gente tenga un día de banderas y sueños, pero al siguiente debe tener los pies en el suelo, y a trabajar.
Todos los países de Europa y del mundo tienen regiones con ideas locales históricas, de no globalización. Pero eso se queda así y ya está. Y por ejemplo, la Unión Europea, jamás premiara o fomentará la desunión, el secesionismo en Europa, detrás tendrían a Baviera, o los Flamencos, Irlanda del Norte, los Corsos…y sería como dar paso a la primera ficha caída del dominó de la Unión y volver a los reinos taifas. Por ello, está bien que la gente tenga un día de banderas y sueños, pero al siguiente debe tener los pies en el suelo, y a trabajar.
No pasada nada por mantener este sentimiento
separatista, como lo tuvo tiempo atrás el País Vasco, y con un brazo armado como
ETA que causó 800 muertos, y no consiguieron nada. ¿Cuántos muertos están
dispuestos a poner sobre la mesa el separatismo catalán?
Dicho esto, lo inteligente de los presidentes de la
Generalitat, es mantener el deseo separatista en bajo nivel, pero no creerse
que, algún día, podrían llegar a ser independientes de hecho, de derecho y con
todas las garantías internacionales, porque la misma ONU, ha dicho que Cataluña
no está en los casos de colonialismo. Y España no lo va a permitir jamás, que
es quien tiene la fuerza efectiva y militar.
Es un error tremendo ha sido echarle un pulso al
gobierno con un referéndum.
Las épocas más en alza fueron en 1934 con la
detención de Lluis Companys y su gobierno, ideólogo catalanista y separatista
que acabaron en la cárcel y Companys fusilado en Montjuic el 15 de octubre de
1940.
Actualmente y con el referéndum ilegal del 9 N-
2015, Arthur Mas y los suyos, acabaron siendo inhabilitados por dos años y con
la devolución de más de 5 millones de Euros.
En 2017,el periodista deportivo, independentista, no
electo en urnas, Carles Puigdemont se hace cargo de la Generalitat catalana, y
de momento da un golpe de Estado legislativo, y un referéndum el 1-0, para
materializar el golpe, en una farsa, que sabe que no es legal, no ya, porque lo
haya ilegalizado el Tribunal Constitucional, sino porque no cabe en la
Constitución. Y además que no es posible, los catalanes saben que no les
convendría en un futuro: un sueño bonito, sí que lo es, pero la vida real no es
un sueño sino que es más complicado.
Una vez que Puigdemont y su gobierno sea inhabilitado
y entren en la cárcel, hay que hacer unas nuevas elecciones autonómicas, y el
pueblo catalán que, no es tonto ni ingénuo, equilibrará la balanza de poderes, y volverá a
ser como siempre una región autonómica española con sentimientos separatistas
(y no pasa nada), que es lo que les conviene, desmontar a la ANC y Òmniun y
adoctrinadores, agitadora de la gente a la que engaña y le saca sus dineros, mantener
bajo los niveles de independentismo, y seguir
trabajando por un futuro mejor de nuestros hijos y nietos. La gente tiene que
tener esperanzas, y vivir de ellas, pero nada más.