Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona de 1952 |
He leído el artículo de Íñigo
Domínguez en El País del 29 de septiembre de 2017. Y me pregunto cómo ha
cambiado la iglesia catalana en estos últimos tiempos. Da a entender que Cataluña
se construyó hace mil años en el monasterio del Monserrat. Cómo es posible este
cambio radical respeto por ejemplo al Congreso Eucarístico Internacional celebrado
en Barcelona en 1952, donde las calles se llenaron de fieles y de curas y de
monjas, a miles. ¿Acaso son las subvenciones de la Generalitat los que los han
cambiado? Oriol Junqueras estuvo en Moserrat haciendo una visita al abad.
En el artículo de Iñigo Domínguez todo son mentiras, y afrentas u ofensa hacia
Cataluña y los catalanes, solamente habla de lo malo que son los demás, parece
como si los catalanes hubieran sido como los esclavos israelitas en Egipto,
salvados por Moises.
Nos habla de la singularidad catalana y de su
lengua, como si vascos, asturianos, andaluces, valencianos y demás autonomías
no las tuvieran, solo ellos. Las autonomías están reconocidas en la Constitución
de 1978, son nacionalidades, porque solo hay una nación que es España.
Habla de la represión franquista, pero se olvida que
Franco instaló en Cataluña la industria automovilística como la SEAT en 1950, y
la textil, mandó construir pantanos, amplió los puertos de Tarragona y
Barcelona… etc. etc., esto sería interminable.
Y en la democracia con el gobierno de Felipe González
se hicieron los Juegos Olímpicos de 1992.
El obispo de Solsona Xavier
Novell, dice que ya a ir a votar, muy bien que vote y rebote. Pero el mensaje que le está enviando a los fuieles es el de no cumplir la ley. El mensaje de que la voluntad popular está por encima de la ley es un error, y lo sabe cualquiera que ha estudiado derecho, como supongo que ha estudiado el obispo, más derecho canónico.
Los cristianos suelen decir: "Creo en Dios pero no creo en los curas". Efectivamente esta postura independentista de 1/4 de los curas catalanes confirma la regla. Se ve a las claras la politicación de la iglesia.
Leer artículo:
El alma independentista de la Iglesia catalana
El sector más contestatario del clero se moviliza ante el 1-O y retoma una línea histórica de militancia política
Barcelona
Los niños de la escolanía de Montserrat empiezan a cantar el himno de
la patrona, y toda la basílica se pone en pie: "Iluminad la catalana
tierra/ guiadnos hacia el Cielo". El padre Hilari Raguer, 89 años,
susurra: "Este era el himno catalán cuando no se podía el otro". A la
salida del templo, señala la lápida de monjes notables en mil años de
historia y se leen los 23 fusilados en la Guerra Civil.
"Yo discuto la condición de mártir, sostengo que no les mataron por su
fe, sino porque se les identificaba con una ideología", explica Raguer,
historiador y figura muy respetada en Cataluña. En otra sala tuvo lugar
el encierro de intelectuales contra el proceso de Burgos en 1970. Luego
aquí nació Convergència. A la hora de comer, el monje recuerda en el
refectorio que allí se reunieron las Cortes de la República en 1938.
Mientras unos cuarenta monjes comen en silencio, spaghetti y
sepia con ensalada, otro lee en catalán. Al principio el Evangelio,
luego pasa a relatar la historia de las autopistas de peaje en Cataluña.
La historia pasa por Montserrat desde hace mil años y la abadía, símbolo de la Iglesia catalana y mucho más, de identidad nacional, se alza en el paisaje como un oráculo. Por cierto, son benedictinos, como los del Valle de los Caídos. Ahora también han hecho oír su voz. El domingo, el monje Sergi d'Assís, de 42 años, de los más jóvenes, dijo en la homilía: "Hemos de decir 'no' a la represión y 'sí' a la libertad y al respeto de los derechos más fundamentales". Las opinones de Hilari Raguer no son un secreto en Cataluña. Uno de sus libros es Ser independentista no es ningún pecado (2012): "Llevamos 300 años de represión, y con el síndrome del perro apaleado, sin revolvernos y contentos con cualquier cosa, la novedad es que hemos perdido el miedo". Añade: "Estos días me recuerdan el tardofranquismo, porque la dictadura al final ya no era de metralleta, era de porra". Raguer fue detenido en 1951 en la huelga de tranvías, con 22 años, y pasó siete meses y medio en la cárcel. El domingo espera que les pongan un autobús para bajar a votar a los que lo deseen.
La Iglesia catalana, protagonista en el franquismo y la Transición
como refugio de aspiraciones y libertades, se ha subido ahora al debate
como a una cita con la historia a la que no puede faltar. Su influencia
ya es mucho menor: Cataluña es la comunidad donde menos gente se
declara creyente; su predicamento es nulo en la CUP y los votantes más
jóvenes; y en el Gobierno solo hay un practicante, Oriol Junqueras.
Pero sigue teniendo un halo de autoridad moral. “El nacionalismo vasco
es étnico, el nuestro es cultural, centrado en la lengua”, apunta
Raguer, y la Iglesia ha tenido un papel decisivo en la difusión del
catalán. También porque siempre ha movido un sector disidente de la
jerarquía. La semana pasada más de 400 sacerdotes -un cuarto del total-
firmaron un manifiesto para que "fueran escuchadas las legítimas
aspiraciones del pueblo catalán".
El coordinador de esta iniciativa es el párroco de Calella, Cinto Busquet: “Como sacerdotes no tenemos ideología, pero nos hemos sentido moralmente obligados por la represión y propaganda del Estado”. En cuanto al referéndum, cree que “el Govern no tenía más remedio”. Admite que hay un riesgo de división entre los fieles, porque “es un asunto muy visceral”, pero considera “evidente que en Cataluña hay una mayoría que nos sentimos catalanes, aunque esto no quiere decir que deba haber una fractura”. “Estamos muy tranquilos de que lo que hacemos es evangélico”, concluye.
Este documento es un nuevo punto de enlace con una línea histórica, dentro de la capacidad de estos días para hacer revivir el pasado, tanto en quienes lo vivieron como en los que no, pero que a su vez desean vivirlo para sumarse a esa tradición. Más de 400 curas se solidarizaron con el abad de Montserrat Aurelio Escarré, al exiliarse tras su entrevista a Le Monde en 1963 en la que denunciaba el régimen de Franco. O los 150 curas apaleados en una manifestación en Barcelona en 1966 por las torturas a un estudiante. Ese año también surgió la campaña "Volem bisbes catalans" (Queremos obispos catalanes) ante el nombramiento como arzobispo de Barcelona del vallisoletano Marcelo González. A partir de entonces, el Vaticano emprendió una línea más astuta: nombrar obispos que hablaran catalán pero no fueran catalanes, de Valencia o Baleares. En 1966 también fue la Capuchinada, el encierro estudiantil en el convento de la orden en Sarriá que acabó con la irrupción de la policía. “Aquel comisario era un monstruo”, recuerda Joan Botam, 91 años, que entonces tenía 36 y negoció con él como superior del monasterio. Botam, que habla cinco idiomas, es un experto reconocido en diálogo interreligioso, en reconciliar opuestos, pero es independentista: "Es que yo defiendo la independencia de cada individuo, la convivencia de tú a tú, no de superior a súbdito, y eso que he sido superior 15 años". Nacido en un pequeño pueblo, no oyó hablar castellano hasta la Guerra Civil, cuando llegaron los soldados republicanos. Opina que el trato a la lengua es la raíz del mayor sentido de ofensa entre los catalanes. Cree que "el Episcopado huele a sistema, en vez de oler a oveja".
La Iglesia también fue decisiva en la primera reunión de la Asamblea de Cataluña, el organismo que aglutinó a la oposición antifranquista,
el 7 de noviembre de 1971. Se celebró en la iglesia de San Agustín, en
el barrio antiguo. Asistieron 300 personas. Joan Vallvé, 76 años,
entonces militante democristiano, fue uno de ellos: "Íbamos yendo a la
misa, la gente se iba quedando y al acabar la última el cura cerró con
ellos dentro. Las reuniones preparatorias también se habían realizado en
escuelas religiosas, que cedían sus instalaciones". En la siguiente,
meses más tarde, en María Mediadora de Todas las Gracias, irrumpió la
Policía. "Estuve tres días en jefatura, incomunicado, y dos en la
Modelo”, recuerda. Luego fue conseller de CiU con Jordi Pujol y
ahora es vicepresidente de Òmnium Cultural, una de las entidades que
lidera el movimiento independentista.
La jerarquía episcopal se ha mantenido prudente en la cuestión del referéndum, aunque en mayo emitió una nota conjunta en la que rogaba escuchar “las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional”. La semana pasada redactó otra en el mismo tono. Pero ayer jueves el obispo de Solsona, Xavier Novell, el más cercano al movimiento independentista, se salió de la línea de distanciamiento y anunció que votará en el referéndum, que “la sociedad está defendiendo contra todos los ataques imaginables”. "Si este domingo hay urnas, yo iré a votar", aseguró en su hoja semanal. Afirma que no es justo que a los catalanes se les niegue "el ejercicio de la autodeterminación"."Todos sabéis que se trata de un derecho inalienable de toda nación; una gran mayoría social lo quiere ejercer; era el punto primero de los programas electorales de los partidos que ganaron las elecciones autonómicas”, argumenta. También destaca que muchos altos cargos “están arriesgando su libertad, carrera y patrimonio, para ofrecernos, por primera vez en la historia, la oportunidad de ejercerlo".
La historia pasa por Montserrat desde hace mil años y la abadía, símbolo de la Iglesia catalana y mucho más, de identidad nacional, se alza en el paisaje como un oráculo. Por cierto, son benedictinos, como los del Valle de los Caídos. Ahora también han hecho oír su voz. El domingo, el monje Sergi d'Assís, de 42 años, de los más jóvenes, dijo en la homilía: "Hemos de decir 'no' a la represión y 'sí' a la libertad y al respeto de los derechos más fundamentales". Las opinones de Hilari Raguer no son un secreto en Cataluña. Uno de sus libros es Ser independentista no es ningún pecado (2012): "Llevamos 300 años de represión, y con el síndrome del perro apaleado, sin revolvernos y contentos con cualquier cosa, la novedad es que hemos perdido el miedo". Añade: "Estos días me recuerdan el tardofranquismo, porque la dictadura al final ya no era de metralleta, era de porra". Raguer fue detenido en 1951 en la huelga de tranvías, con 22 años, y pasó siete meses y medio en la cárcel. El domingo espera que les pongan un autobús para bajar a votar a los que lo deseen.
Una estelada en el altar en una "plegaria por el referéndum"
La céntrica iglesia de los capuchinos de Nuestra Señora de Pompeya,
en la esquina de la avenida de la Diagonal con el paseo de Grácia de
Barcelona, acogió la noche del jueves una "Plegaria por el referéndum
del 1-O", convocada por el movimiento Cristianos por la Independencia.
"La plegaria es una de las contribuciones que los cristianos podemos dar
al país. Nos coloca ante Dios con toda nuestra debilidad y nos devuelve
la fuerza para participar en la creación de nuevas realidades", decía
la convocatoria. Asistieron unas 250 personas, con una media de edad muy
alta. Se veían muchos cabellos blancos. Derivó enseguida en un acto
político, o al menos en una confusa mezcla, entre lecturas del
Evangelio, proclamas patrióticas y peticiones, entre otras cosas, “por
las víctimas de la intolerancia del Estado español”. El momento
culminante fue la ofrenda a la Virgen de una serie de símbolos que
completaban la estelada: una senyera, como símbolo de
la patria”, un triángulo azul “como símbolo del compromiso con la
humanidad”, una estrella blanca “como símbolo de la libertad” y una
papeleta del referéndum como símbolo del derecho a decidir “nuestro
futuro colectivo”. Fueron depositadas en las escaleras del altar. A la
salida había colocada una hucha para hacer donativos a los procesados
que han recibido multas y se repartían papeletas para votar el domingo.
También un manifiesto de la Sectorial Cristiana de la Asamblea Nacional
de Cataluña (ANC) llamado "Seamos creadores de un futuro esperanzador"
en el que, entre otras cosas, se invita a "animar a las personas del
entorno" a participar en el referéndum. La ceremonia terminó con el
himno de Montserrat, y Els Segadors, entre gritos emocionados y algunos
fieles con el puño en alto.
El coordinador de esta iniciativa es el párroco de Calella, Cinto Busquet: “Como sacerdotes no tenemos ideología, pero nos hemos sentido moralmente obligados por la represión y propaganda del Estado”. En cuanto al referéndum, cree que “el Govern no tenía más remedio”. Admite que hay un riesgo de división entre los fieles, porque “es un asunto muy visceral”, pero considera “evidente que en Cataluña hay una mayoría que nos sentimos catalanes, aunque esto no quiere decir que deba haber una fractura”. “Estamos muy tranquilos de que lo que hacemos es evangélico”, concluye.
Este documento es un nuevo punto de enlace con una línea histórica, dentro de la capacidad de estos días para hacer revivir el pasado, tanto en quienes lo vivieron como en los que no, pero que a su vez desean vivirlo para sumarse a esa tradición. Más de 400 curas se solidarizaron con el abad de Montserrat Aurelio Escarré, al exiliarse tras su entrevista a Le Monde en 1963 en la que denunciaba el régimen de Franco. O los 150 curas apaleados en una manifestación en Barcelona en 1966 por las torturas a un estudiante. Ese año también surgió la campaña "Volem bisbes catalans" (Queremos obispos catalanes) ante el nombramiento como arzobispo de Barcelona del vallisoletano Marcelo González. A partir de entonces, el Vaticano emprendió una línea más astuta: nombrar obispos que hablaran catalán pero no fueran catalanes, de Valencia o Baleares. En 1966 también fue la Capuchinada, el encierro estudiantil en el convento de la orden en Sarriá que acabó con la irrupción de la policía. “Aquel comisario era un monstruo”, recuerda Joan Botam, 91 años, que entonces tenía 36 y negoció con él como superior del monasterio. Botam, que habla cinco idiomas, es un experto reconocido en diálogo interreligioso, en reconciliar opuestos, pero es independentista: "Es que yo defiendo la independencia de cada individuo, la convivencia de tú a tú, no de superior a súbdito, y eso que he sido superior 15 años". Nacido en un pequeño pueblo, no oyó hablar castellano hasta la Guerra Civil, cuando llegaron los soldados republicanos. Opina que el trato a la lengua es la raíz del mayor sentido de ofensa entre los catalanes. Cree que "el Episcopado huele a sistema, en vez de oler a oveja".
La jerarquía episcopal se ha mantenido prudente en la cuestión del referéndum, aunque en mayo emitió una nota conjunta en la que rogaba escuchar “las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional”. La semana pasada redactó otra en el mismo tono. Pero ayer jueves el obispo de Solsona, Xavier Novell, el más cercano al movimiento independentista, se salió de la línea de distanciamiento y anunció que votará en el referéndum, que “la sociedad está defendiendo contra todos los ataques imaginables”. "Si este domingo hay urnas, yo iré a votar", aseguró en su hoja semanal. Afirma que no es justo que a los catalanes se les niegue "el ejercicio de la autodeterminación"."Todos sabéis que se trata de un derecho inalienable de toda nación; una gran mayoría social lo quiere ejercer; era el punto primero de los programas electorales de los partidos que ganaron las elecciones autonómicas”, argumenta. También destaca que muchos altos cargos “están arriesgando su libertad, carrera y patrimonio, para ofrecernos, por primera vez en la historia, la oportunidad de ejercerlo".