La trampa del Estado Islámico
Los integrantes de la célula de Ripoll representan una nueva generación de terroristas radicalizados en poco tiempo. El atentado de Barcelona responde a la lógica de ‘golpear al enemigo lejano’, una de las máximas de Al Qaeda
El 17 de agosto de 2017 quedará grabado en nuestra memoria como uno de los capítulos de la historia universal de la infamia que el movimiento yihadista está escribiendo a sangre y fuego desde el 11 de septiembre de 2001 y que tiene entre otros hitos los atentados de Nueva York, Madrid, Londres, París, Bruselas, Niza y Berlín en los países occidentales, pero también Bagdad, Damasco, Casablanca, Túnez, Kabul o Bali en el mundo islámico.
Como se ha repetido en los últimos días, el atentado de Barcelona se inscribe en la lógica de aterrorizar a las sociedades occidentales y sembrar el miedo, pero también polarizarlas y dividirlas en campos. Que las comunidades musulmanas en territorio europeo pasen a ser contempladas como un enemigo potencial, como una quintacolumna que, llegado el momento, podría alzarse en armas para sumarse a las filas yihadistas. En el número 7 de la revista Dabiq publicado en febrero de 2015, el autoproclamado Estado Islámico (EI) incidía en la necesidad de abolir las zonas grises y provocar que los musulmanes se posicionaran abiertamente a favor de las tesis yihadistas al señalar que “las benditas operaciones del 11 de septiembre de 2011 evidenciaron la existencia de dos campos ante los que el mundo debería elegir: el islam y el campo de la apostasía representada por la coalición cruzada” y que “los musulmanes de Occidente deberán elegir entre la apostasía y la vida entre infieles o la emigración al califato islámico donde podrán vivir a salvo de la persecución de los gobiernos cruzados y sus ciudadanos”.
Lo que sí ha conseguido el EI es que su narrativa sea aceptada por una parte de nuestra opinión pública que considera que el islam está en guerra con Occidente. No pocos articulistas y tertulianos se han sumado a esta corriente que nos advierte de los peligros que nos esperan y tachan a los musulmanes como una amenaza para nuestras sociedades y nuestros valores. Pasan por alto, de manera intencionada, que el 95 % de las víctimas del EI son musulmanas y mantienen un estudiado silencio cuando dichas matanzas se perpetran en el mundo árabe e islámico. Defienden con entusiasmo que el islam es un todo monolítico ignorando que si hay algo que le caracterice es precisamente su riqueza, con numerosas escuelas de interpretación y corrientes que van desde las más aperturistas hasta las más rigoristas. Al aceptar a un grupúsculo terrorista de orientación salafista-yihadista como su portavoz caen en la trampa que el EI les ha tendido y, además, se convierten en correas de transmisión de su narrativa, ya que la intensificación de la islamofobia es precisamente el objetivo buscado con sus atentados.
Para entender el proceso de adoctrinamiento es indispensable el papel del reclutador
Otro elemento a destacar son los vínculos familiares y amistosos que los unía. Mustafa Setmarian, uno de los ideólogos del salafismo-yihadista, ya recomendó en su célebre Llamamiento a la resistencia islámica global la necesidad de fomentar “la yihad individual y las células pequeñas” desconectadas entre sí para evitar su desarticulación y que perpetren actos de terrorismo con alto impacto mediático.
Estas franquicias locales deberían funcionar como redes autónomas en términos de planificación, reclutamiento y financiación, lo que les proporcionaría mayor flexibilidad y eficacia. También sugirió que dichas células estuvieran integradas por familiares, amigos o personas procedentes de las mismas localidades, todo ello con el objeto de evitar ser detectadas por los servicios de inteligencia occidentales, consejos que parecen haber seguido a pies juntillas los terroristas de Barcelona y Cambrils.
El califato yihadista se ha desmoronado y ha perdido gran parte del territorio que dominaba
Por último, cabe destacar que un atentado de estas características tan sólo era una cuestión de tiempo ante la creciente pérdida de territorios del EI. El califato yihadista que pomposamente se anunciara en verano de 2014 se ha desmoronado como un castillo de naipes y tan sólo conserva una mínima parte de los territorios que llegó a dominar. Por esta razón resultaba imperioso realizar una demostración de fuerza para evidenciar que la organización terrorista sigue conservando su capacidad letal. Igualmente era importante mostrar que dispone de una cantera de potenciales terroristas en suelo europeo dispuestos a seguir sus consignas. Y, sobre todo, el EI pretendía difuminar la escala de grises y ampliar el abismo entre nosotros y ellos. No caigamos en su trampa.
Ignacio Álvarez-Ossorio es profesor
de Estudios Árabes en la Universidad de Alicante y coordinador de
Oriente Medio y Magreb en la Fundación Alternativas
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1) Comentario.
Estoy de acuerdo en que no todos los musulmanes sean peligrosos, la mayorái son gente de paz, pero lo que es cierto que los que se radicalizán en la yihad son musulmanes.
Como la diáspora no es posible en estos tiempos lo que se debe hacerse es formar y educar a los imanes de España en nuestra Constitución, y que es posible la libertad religiosa, y que sepan que el Estado español es laico. La gente muede ser religiosa o no, o atea.
La idea idea de los musulmanes radicales en pensar que todo el mundo, en el futuro, debe ser musullmán es una idea fascista. La de aniquilar a todos aquellos que no piensan como tú.
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1) Comentario.
Estoy de acuerdo en que no todos los musulmanes sean peligrosos, la mayorái son gente de paz, pero lo que es cierto que los que se radicalizán en la yihad son musulmanes.
Como la diáspora no es posible en estos tiempos lo que se debe hacerse es formar y educar a los imanes de España en nuestra Constitución, y que es posible la libertad religiosa, y que sepan que el Estado español es laico. La gente muede ser religiosa o no, o atea.
La idea idea de los musulmanes radicales en pensar que todo el mundo, en el futuro, debe ser musullmán es una idea fascista. La de aniquilar a todos aquellos que no piensan como tú.