El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,
lleva varios días preparando con sus asesores la que quizá sea la cita
más resbaladiza, desde el punto de vista político, de sus dos mandatos:
la declaración, el próximo miércoles, como testigo en el juicio del caso Gürtel,
la trama de corrupción cuyas oleadas llevan sacudiendo al PP desde
febrero de 2009. La sesión 101 de la vista oral, que se inició el 4 de
octubre, está llena de incógnitas: ¿Dónde se colocará Rajoy en la sala?
¿Acudirá a recibirle el presidente de la Audiencia Nacional? ¿Qué tipo
de preguntas permitirá el tribunal? ¿Se hablará de la caja b del PP?
¿Del encuentro con el extesorero Bárcenas previo a su despido? ¿De los
SMS que le envió cuando se descubrieron las cuentas de aquel en Suiza?
¿Pedirán asistir a la sesión los acusados Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Pérez, El Bigotes, todos ellos en prisión?...