(Ramón Fernández Palmeral en una conferencia)
LA
PERSEVERANCIA DEL AGUA
Los periódicos me han llamado la atención desde niño. Vivía en Málaga y
había puestos de periódicos en Puerta del Mar, siempre me paraba a mirar los periódicos
que se exponían en los bancos de la entrada, leía los titulares y miraba la fotos con
gran atención, era chaval lleno de curiosidad, pero siempre acaba por comprar
algún Capitán Trueno que era la lectura más habitual de los chavales de mi edad
en mi barrio. En mi barrio de la calle Carretería –hermandad del Cristo de los
Viñedos– cerca de lo que es hoy la Tribuna de los Pobres también había un local que
alquilaba TEBEOS. El dueño era un gordo de mal genio. Alquilábamos varios por una perra gorda (de peseta
claro), nos sentábamos en unos bancos, y una vez leídos con atención, encanto y
gozo de héroes, se volvían a poner en su sitio, colgados de un alambre con unas
pinzas de la ropa.
Cuando se murió Picasso el 8 de abril de 1973, compré el Sur de Málaga, pues yo quería saber
quién era este pintor tan famoso, y, luego me dio por pintar. Es lo que tiene
tener modelos en la vida –o en el mundo de la infancia–, son como espejo en el
que uno quisiera reflejarse.
Luego recuerdo que durante un año estuve comprando
los primeros fascículos de Salvat que salieron es España, de tres tomos de La
Tierra, un Atlas, historia de los descubrimientos, y otro sobre geografía, que
fue un tema que me apasionó, siempre y persistentemente, y por eso empecé a estudiar Geografía e
Historia en Castellón de la Plana –no sé si se llama Plana porque está situada
en un terreno llano–.
Mi primera publicación en prensa fue un
artículo sobre ajedrez en El País,
que me publicaron, y el veneno de la tinta impresa de los periódicos entró, como
un torrente de droga en mi sangre juvenil –llena de vanidad incansable–. Por esta
razón empecé a escribir cuentos, poesía, e intentos de novelas. Me daba cuenta que
en los periódicos siempre publicaban firmas de escritores famosos y
reconocidos, independientemente de si eran periodistas o no, porque para
publicar en un periódico –y yo lo estoy haciendo ahora con cierta regularidad en
Información de Alicante– no te piden el título de licenciado en Ciencias de la
Información.
Llegado a estas líneas, querido lector, te preguntarás por qué razón –de
la sin razón, nos lleva al Quijote–, o motivo extraño he titulado esta crónica «La
persistencia del agua». Simplemente porque, a mi edad –siete decenas– he comprendido que, a similitud del agua que horadó
barrancos, desfiladeros, valles en V, y el mismo Cañón del Colorado, en territorio
de los indios de la raza zuñi. Pues yo de la misma manera, persistente del
agua, me veo obligado, arrastrado, a mandar crónicas a Información, al Levante
EMV o a Tribuna de El País, con perseverancia, constancia, y sin decaimiento,
porque sé que me seguirán publicando, para que ese veneno de la tinta de los
periódicos, como el gran maestreo Azorín o Mariano de Cavia alimente mi ego,
que no mi bolsillo, porque los becarios no cobramos ni un céntimo de euro.
Yo, además de leer periódicos digitales el
mundo –españoles y argentinos– en mi tablet por las mañanas cuando el ruido
del bus de las 7 de la mañana me despierta, para hacer el SP (Servicio Público),
leo con recreo, y fruición, y el gozo, celestial a veces, se me eleva cuando me
publican alguna carta, noticia o viaje literario. También tengo mis blogs de
consuelo, pero no es lo mismo porque el alcance de lectores es más reducido.
Pero yo, si no me publican, no me enfado,
ni insulto, porque la gallina se puede cabrear y cortarme los huevos, a veces
de dos yemas –dos soles nutritivos– que son la fuente de mi ilusión. Por ello,
yo persisto como las corrientes de agua en dirección a más agua grande, que es
el mar o la mar –tanto vale uno como el otro en Almería del Cabo de Gata–, donde
ya nadar en la Prensa será la ¡leche!, con perdón.
Ramón Fernández Palmeral
Alicante, 10 de mayo de 2017