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domingo, 20 de noviembre de 2016

Ana Pastor debe evitar el "rufianismo" a toda costa, la próxima vez debe imponer sanciones

Si no se cortan en el Congreso, reprentacion de todos los españoles, el maltrato de palabras y el llamado "rufianismo", la situación puede llevar a las manos.  No volcamos a 1936. 

El primer episodio se vivió en el hemiciclo durante el debate de investidura de Mariano Rajoy, con el portavoz adjunto de ERC, Gabriel Rufián, centrando su ataque sobre la bancada socialista a la que humilló por abstenerse y permitir el nuevo Gobierno popular. La idiosincrasia de aquel discurso alumbró un nuevo modelo de debate parlamentario que, en un juego de palabras, los diputados conservadores y socialistas denominan «rufianismo». Esta semana el diputado de UPN, Carlos Salvador, se refirió a ella en la Comisión de Exteriores para calificar el boicot de la izquierda y los independentistas a que el exministro del Interior, Jorge Férnandez Díaz, ocupara la presidencia de este órgano. La diputada de ERC Anna Surra protestó al considerar «terrorismo verbal» la expresión, pero el presidente en funciones de la Comisión, Eduardo Madina, rechazó su objeción al considerar que «el rufianismo no es una escuela de pensamiento». La presidenta del Congreso no quiere que llegue a serlo. Su objetivo es es poner freno cuanto antes a esta deriva y evitar que el hemiciclo se convierta cada semana en una espectáculo donde la provocación sustituya al argumento como eje del debate parlamentario. Para ello, ha mantenido una conversación privada con Rufián en la que le ha reprendido de manera diplomática defendiendo que el respeto a todos los diputados debe guiar las intervenciones en la Cámara Baja.