REGRESION INFERNAL…PERO REGRESO
CELESTIAL
De Roberto
Mira, en su reciente estreno teatral, ”ALEGATO”, en el Auditorio de la Casa de Cultura de San Juan con MIRA-NOS
Teatro , esta vez en versión que podría ser de MÍRA-ME Teatro, porque él,
autor y, como único actor , asume en solitario toda la representación, si bien
en diálogo permanente con una enigmática e inquisidora voz en “off”.
Algo más de media entrada
.Esta noche la intuición o la “inteligencia social” no han funcionado. O la
competencia de la Romería de la SANTA FAZ ha funcionado mejor.
¡Alguna prevalencia habría de postular la Divinidad sobre la contingente obra de un mortal!.Sospecho que ellos ,los mortales ausentes no los dioses ; se lo van a perder…
¡Alguna prevalencia habría de postular la Divinidad sobre la contingente obra de un mortal!.Sospecho que ellos ,los mortales ausentes no los dioses ; se lo van a perder…
Se alza el
telón, deslizándose sobre unas notas muy seleccionadas de música para la
meditación o la contemplación…que bien podría atribuir a Maurice Jarre o a Phil Collins. Luz penumbra en azul eléctrico,
para enfriar algo el acceso térmico que está a punto de desencadenarse. Sobrio y único mobiliario: un andamio
de obra , a cuyo pié se postra, sentado , compungido , el actor, de blanco
inmaculado…Un soporte, una luz, un sonido ,un ambiente muy “zen”….que invitan a
elevarse….a ascender.
La Voz en
OFF , impecable durante toda la representación ,con unas excelentes vocalización, entonación, climax y
temporización por Félix Garcia ;saca
al protagonista, en la primera escena del único acto , de su patente abatimiento, para transportarle hasta el final , desde
el asombro hasta la catarsis. En un proceso al que le anticipa se someterá, bajo el formato de una “regresión” psicológica
se los hitos más importantes de su vida.
A
partir de ahí, se verá sacudido y hasta flagelado por un interminable, mordaz,
implacable, interrogatorio íntimo , que sin conmiseración alguna, va
desnudando psíquicamente su personalidad hasta extremos paroxísticos .La
aquiescencia , sinceridad y “necesidad” del procesado a vaciarse en sus respuestas con absoluta transparencia y
crudeza, en una actitud simbiótica sado-masoquista, van a constituir el
baluarte fundamental para conferir, al argumento ,por una parte , la necesaria
consistencia y credibilidad; de otra, a la obra ,un alto nivel dramático. Nivel
mantenido de alta tensión, que indefectiblemente y en sus puntos arrastra también ,tanto a la
transgresión de los límites de lo verosímil, lo imaginable y hasta de lo
permisible; cuanto a destellos de patetismo relativamente innecesario.
Utilizando como técnica guionística
elementos hibridados del psicoanálisis freudiano , de los diálogos
platónicos ,y del Abogado del Diablo
de Morris West, la voz acusadora
,que no es otra cosa sino la personificación de la propia conciencia
del protagonista , va conformando un
proceso escatológico ,que persigue su salvación o su condena (entendidas éstas más en un sentido ético-teosófico
, que teológico-religioso ).Y le permite defenderse de o justificar sus teóricas abominables y
reprobables conductas , mediante la postulación de su personal y original alegato.
Roberto Mira retoma
así ,en esta monolítica obra ,su inveterada l temática ,el hilo conductor y
medular que impregnan las preocupaciones de
gran parte de su ya más que prolífica y brillante dramaturgia : El Amor y El Desamor, binomio
atormentado del antitético Felicidad
–Infelicidad Pero en esta ocasión ,con la novedad y madurez de enmarcarlos en un pentagrama filosófico más
ambicioso : el cuestionarse la oportunidad , la inutilidad , la vaciedad , la
innecesariedad , la finalidad ontológica
de la propia Vida . Este
planteamiento entronca con presupuestos filosóficos explícitamente nihilistas y existencialistas : La vida
como suceso azaroso en Nietzsche ; la
vida como catástrofe o fatalidad en Schopenhauer;
la vida como inconveniente o mal necesario sarstrianos
; la vida como mantra , de las filosofías orientales ; la vida como “caos de
reacciones químicas incontroladas” de la etóloga Lynn Margulis ; o la vida “como error del Universo. “ (del biólogo Ken Nealson ).Y, de otro lado , en su
proyección dramática , sitúa a la obra , en las coordenadas, connotadas del
teatro de Camus , o más certeramente
de las de Ionescu, salpicado
del exacerbado pesimismo de Emile Cioran , ambos
rumanos , amigos y también cultivados en el mismo y trascendental movimiento
ideológico francés. Elementos éstos ,todos
ellos esgrimidos de forma más o menos explícita , confieren a “ALEGATOS”, una altura especulativa y
una dimensión intelectual ,nuevas , en un tratamiento valiente , frontal ,
homogéneo e integral ,no acometido por el autor , al menos con tal rotundidad ,
en su anterior repertorio.
La conciencia ,en su despiadado “brainstorming” hurga
en los más íntimos y recónditos espacios
del transcurso sentimental-amoroso del protagonista , que soportado por tres
representativas y nefastas historias pasionales, le conminan a reconocer sus repugnantes , a primera vista, conductas
,delictivas desde el Derecho positivo ( eutanasia , asistencia al suicidio , homicidio
culposo…) , pero “alegadas” por su
autor como “muertes terapeúticas “: la
muerte como liberación .Como en El
Príncipe de Maquiavelo…” el fín justifica los medios “…sobre todo en un
ambiente en el que se hecho “abstracción
de Dios” y se da rienda al “elogio
de la locura “ (Erasmo de Rotterdam).
Y aquí ,el dilema dualista ( del bien y el mal) ; y el conflicto
religioso ( Fe-Apostasía ) ,endémico s en la obra de Mira , e insolubles ,afloran de nuevo . Bajo premisas ,
supuestamente ateas o agnósticas…subyace en la obra una pulsión ética y una intencionalidad moralizante ,que
alejan la pieza incluso de una moderada
heterodoxia. En el fondo, los actos impíos del protagonista están investidos
por el remordimiento , por un sentimiento trágico, que no pueden proceder
sino de un íntimo y secreto respeto a las leyes del Derecho Natural….y la
observancia, siquiera inconsciente de valores espirituales..Preocupación y
posicionamiento escatológico de corte unamuniano
,ante la búsqueda estéril de Dios por la Razón, y ante el vacio angustioso de
la carencia de Fe. Nudos gordiano s de
los que derivan otras cuestiones teosóficas
,como las de la libertad noética , el libre albedrio, el determinismo, …que ya
obviamente ,solo aparecen tratadas en la obra ,de forma muy tangencial.
Bajo estos presupuestos, el protagonista , no
puede sino rebelarse contra Dios , que como el Ángel Caído , no puede negarlo, porque “está hecho a semejanza de ÉL”y , por
tal silogismo, está exonerado, como hombre, de toda culpa, y sólo la Divinidad
sería responsable del miedo, del desamor , de la soledad, de la orfandad
existencial, del dolor, de la infelicidad humanas.. . “ Para que el hombre sea
libre ,tendríamos que matar a Dios …” (Nietzsche
). Por ello , su anatema impenitente,
la patética imprecación final de nuestro
pecador ,sancionada con un estertóreo AMEN , solo constituye una sorpresa relativa porque no
hace sino epilogar proceso introspectivo-deductivo largamente
anunciado, y que no podía culminarse de
otra manera , que con la transferencia
de “ la responsabilidad” a la Divinidad. Entonces , desde estas alturas, la narrativa de las
historias contadas, de texturas homosexuales
, se incorporan a vista de pájaro. Quedan minimizadas ; aparecen como meramente anecdóticas y podrían etiquetarse
o subtitularse en la obra como : “ La homosexualidad como pretexto “, sin menoscabo alguno de su compacidad
.
El tono dramático se mantiene altísimo desde la primera
escena ,gracias a un guión, al que ya nos hemos referido, flúido, realista,
directo, sin concesiones dialécticas, o “gags” escenográficos ( exceptuando el
intruso de la incontinencia y micción del personaje ; o el hiperbólico de su carcajada histriónica de la escena final ) y con abordaje sobrio de los hechos y de las tesis. No deja
resquicio a la trivialidad, a la especulación, al escamoteo ,ni al prejuicio, y
mucho menos al pudor …lo que comporta en ocasiones pasajes de excesiva
procacidad y crudeza. Por
otro lado, al mantenimiento de esta tensión interna , contribuye la aplicación ,consciente o no ,de la técnica
teatral, màs o menos encubierta, conocida com del distanciamiento , ya utilizada por Samuel Beckett, y posteriormente por Brecht y otros autores del absurdo .Con ello se consigue aislar ,alejar
,expatriar ,externalizar, a Alegatos de la
empatía o identificación directa del
espectador, mostrándose como pieza menos relativizada y en consecuencia , agigantada en el espacio y en el tiempo.
Si a estos notables valores , añadimos la
soberbia interpretación del actor ,en una lección paradigmática de
declamación, que hace el mutis bajo el más oportuno palio musical ; el
preludio de ¡ Oh ¡ Fortuna del
Fortuna Emperatrix Mundi de
CARMINA BURANA ( Carl Orff) , el resultado de esta regresión no podía ser más saludable :
el regreso de Roberto Mira ,con la obra, sin duda, más ambiciosa , de
mayor anclaje y de mejor tejido , en su ya dilatada trayectoria.
Salgo. Me reconoce y saluda una amiga ,
artista , alemana … Me interpela con ojos abiertos , sin palabras….Y ,antes de
que dispare me anticipo irónicamente : “
…No sé si ya lo estaba;….pero de
esta….le excomulgan….¡Seguro ¡ “.
Fernando Ortisso
Alicante, Abril , 2016