El problema del acceso es uno de los grandes debates en este país. El
estudiante medio se gradúa con 30.000 dólares de deuda. El 95% de los
préstamos los concede el Gobierno Federal. Existen los llamados tell grads,
becas para estudiantes de familias humildes que no cubren el 100% de la
matrícula. Pese a recibirla, el alumno tiene que trabajar unas 20 horas
a la semana, por ejemplo en la cafetería de alguno de los campus, y
pedir un préstamo más pequeño. Además de las tasas, necesita unos 20.000
dólares al año para pagar el alquiler de una habitación y la comida. El
sistema estadounidense pone la carga sobre el individuo y su famlilia,
mientras que en España lo pagan los contribuyentes.
En Estados Unidos,
importa más la universidad en la que se ha estudiado que la carrera.
Allí, los centros de educación superior compiten por todo: por los
mejores alumnos, los profesores más brillantes y las mayores donaciones
de fundaciones y particulares. A diferencia de lo que sucede en España,
la supervivencia de las públicas también depende de su habilidad para
saber moverse en ese juego. “Me paso la vida en campaña intentando
recaudar fondos”. El que habla es Ángel Cabrera (Madrid, 1967), el único
rector español entre las más de tres mil universidades estadounidenses.
La suya es la George Mason University, la pública más grande del estado de Virginia con más de 34.000 alumnos.
El capitalismo libertario y como siempre los más pobres no saldrá nunca del hoyo.