Es muy frecuente ir a un restaurante
y observar que las parejas están sentadas a la mesa sin prestarse la más mínima
atención, sus mirada están fijas en los móvil, y si vamos a un bar pasa lo mismo,
las parejas ya no se comunican, a veces incluso se mandas mensajes allí mismo.
Sus vidas carecen de comunicación, y se aburren por eso luego de separan,
porque aman a su móvil más que a su pareja.
Creo que van a abrir un restaurante en Alicante donde
está prohibido el uso de móviles.
Los otros días estaba comiendo en un
restaurante, y había un hombre y a una mujer que no se dirigían la
palabra, afanados, mana a mano con sus tuits
y SMS, los teléfonos no paraban de sobar. La única conversación que tuvieron
fue al final se dijeron: “pagas tú o pagas yo”. “No, yo con la tarjeta que es
como no pagar” Me dije cuando tengan
sesenta años esta gente ha perdido el tiempo, no se han mirado a la cara. En
esta época tecnológicamente lastimosa, no
se vive, no se disfruta de un paseo charlando.
Cuando la pareja salió a la calle seguían con los móviles, entonces y les
lance las muletas a la cabeza, y se le cayeron los móviles a la alcantarilla.
Fin da la historia.