Yo, que vivo en uno de los cuernos de la costa
del levante español, en Alicante para más señas, y lujo de clima, porque aquí
no llueve ni estrujando la fregona. De vez en cuando me leo algunos artículos del banderillero de la palabra Antonio Burgos o también llamados “articuloburgueños” (artículos
de Antonio Burgos de ABC de Sevilla) que se reparten en internet como propaganda en los buzones. O sea, que para ponerme yo
andaluz, que lo soy de sangre heredada, aunque no de nacimiento, porque nací
bajo una cepa en La Mancha, me leo uno de sus graciosos y dicharacheros
artículos, y me parece que me transporta, como si me tomara un vaso de Manzanilla en un bar de la
calle Betis, la calle de los toreros que se las puede en comprar. Calle con la mejor vista de Europa porque tiene
vistas al Guadalquivir, a la Torre del Toro, a la Maestranza y a la Giralda que
parece un rascacielos almohade, en medio de la ciudad que huele a azahar por el barrio de Santa Cruz..
Bueno, pero hoy toca hablar del día de
Andalucía, y tengo que sacar la vena andaluza que tira como una aorta
encasquillada en el fusil de los recuerdos, de mis años infantiles y mozos en
Málaga y en Sevilla donde conocí el amor de mi vida, a la salida de una novena en la Capilla del Gran Poder.
Estaba yo en Málaga cuando hubo una manifestación del 4 de diciembre de 1977 en petición de la Autonomía. Una manifestación entre porras de grises y unos disparos traidores, cuando en Málaga mataron de uno de estas balas asesinas de un policía a Manuel José García Caparro, que militaba en CC.OO, y trabajaba en la fábrica de Cervezas Victoria.
Estaba yo en Málaga cuando hubo una manifestación del 4 de diciembre de 1977 en petición de la Autonomía. Una manifestación entre porras de grises y unos disparos traidores, cuando en Málaga mataron de uno de estas balas asesinas de un policía a Manuel José García Caparro, que militaba en CC.OO, y trabajaba en la fábrica de Cervezas Victoria.
No sé qué me pasa esta mañana que el
teclado del ordenador me embistes como un Miura, no quiere que me pararse en un patio andaluz a descansar bajo unos
geranios, buganvillas y en el suelo unas
macetas con pilistras, y beberme un moriles en un búcaro fresquito. El
Día de Andalucía, ¡ah, se me olvidada!, se celebra el 28 de febrero y conmemora el día
de la celebración del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía en año 1980 que dio
autonomía plena a la comunidad andaluza.
Anotado este apunte histórico, hoy, la Junta
de Andalucía celebrará hoy domingo(los domingos son siempre
días rojos, de acuerdo al color que aparecen marcados en los calendarios), las autoridades
se pondrán su mejores trajes de luces y a pasear su palmitos en “estrechamanos”,
pasamanos y demás actos protologarios.
Quiero poner en mi recuerdo algunas
palabras propias del andaluz como son: solera, piquislabis, cubata, calentitos, tejeringos, cateto,
sarara, pringao, un mitá, una nube, pichita o arroilla (tela baja para fregar los suelos de rodillas
antes de que se inventar la milagrosa fregona). Porque la palabras son sentimientos, recuerdos y evocaciones.
La cuestión es que esta mañana he desayunado tejeringos con café con leche (un mitá). Imitación de aquellos chiros llamados de viento o
porras que hacen en el Polígono de san pablo o en Barbarela de Málaga
(Dispensario de la Seguridad Social, que al hacerlo redondo se parecía a una
sala de fiesta que había en Torremolino).
En fin, decir Andalucía es decir:
Picasso, Blas Infante, Juan Ramón Jiménez, Rafael Albserti, Antonio Burgos, Antonio Muñoz Molina, Antonio banderas, Pedro Ximenez, Bertín Osborne, Manolete, Curro
Romero, Alhambra, Mezquita, Alcazaba, Moscatel, Ronda, solera y no sé cuántos
recuerdos más que se me van poniendo
añejo como el aceite de oliva en la alcuza.
Ramón Fernández Palmeral
28
de febrero de 2016