Carmen Besanca y su bebé
La farmacéutica de su familia, Bescansa, fue fundada por su abuelo Ricardo, convierte a los Bescansa en uno de los clanes que han dado color a la vida local.
La residencia familiar de sus padres, el conocido anestesista Fermín y
la farmacéutica Adelina, se sitúa en una de las zonas más exclusivas de
la zona nueva de Santiago. En la famosa Plaza del Toral se levanta la
farmacia Bescansa, en el mismo sitio y sin apenas cambios desde 1843.
Sus «fórmulas magistrales», como sus laxantes en grageas, se hicieron
populares entre la gente de toda España, que se desplazaba hasta allí a
comprarlas. Junto a la farmacia, uno de los seis hijos de don Ricardo,
tío y también padrino de la diputada, montó una óptica, y cuenta la
gente del pueblo que aparcaba frente a ella en plena plaza su Jaguar
cada mañana.
Carolina Bescansa fue siempre una «niña bien», según la recuerda una
compañera de instituto. Estudió en el Rosalía de Castro, uno de los
centros más prestigiosos de la capital. El padrino Jorge, que usaba
bombín, la recogía del centro algunos días y se la llevaba junto a la hija de la mujer que limpiaba su casa a Londres y París de compras.
«Ya entonces era muy diferente en sus gustos y ropas, siempre llevaba
algún peinado extraño y vestía de forma alternativa», la define la
compañera. Brillante en el plano académico, Carolina acompañaba siempre a
sus progenitores y pasaba los veranos en la playa de Vilanova de Arousa
(Pontevedra). Sus abuelos también tenían un pazo en la localidad de
Bueu (Pontevedra) que acabaron vendiendo.(ABC)