El mito del Holandés Errante
Según la tradición,
el Holandés Errante o el Holandés Volador (De Vliegende Hollander) es
un barco fantasma que no puede volver a puerto, condenado a vagar para
siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la
distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco
lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra,
a personas muertas siglos atrás.
Las versiones de la leyenda son
innumerables. Unas cuentan que la historia originariamente es
holandesa, mientras que otras afirman que está basada en la obra de
teatro The Flying Dutchman (1826), del dramaturgo inglés Edward Fitzball, y en la novela The Phantom Ship («El buque fantasma», 1837) de Frederick Marryat, más tarde adaptada al holandés como Het Vliegend Schip («El buque volador») por el clérigo de esa nacionalidad A.H.C. Römer. Otras versiones aluden a la ópera El holandés errante, de Richard Wagner (1841) y a The Flying Dutchman on Tappan Sea de Washington Irving (1855).
De
acuerdo con ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Fokke (del
siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del buque fantasma.
Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en
las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había
firmado un trato con el demonio. En algunas versiones holandesas del
mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg. Marryat, en su versión,
le da el nombre de van der Decken (que significa «en cubierta»), y
recibe el de Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving. Unos y
otros no se ponen de acuerdo a la hora de llamar «holandés errante» al
barco o al capitán.
Asimismo se dice que éste juró, de cara a una
tormenta, que no daría marcha atrás hasta haber doblado el Cabo de
Buena Esperanza, aunque le costase llegar al Juicio Final. Se ha hablado
también de un horrible crimen cometido a bordo del barco; e incluso de
una terrible epidemia que infectó a la tripulación, a la que por ese
motivo no se permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados
desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente, sin
posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se
ha hablado de 1641, y de 1680, 1729...
En la obra de Fitzball,
al capitán se le permitía bajar a tierra una vez cada varios cientos de
años para tratar de hallar una mujer con la que compartir su maldición.
En la ópera de Wagner, cada siete años.
Este mismo mito del Holandés Errante se encuentra también en las películas de Piratas del Caribe.