Los partidos tradicionales, llamados salva-patrias, se
consideran los verdaderos y legítimos gobernantes de España, en lo que
conocemos como el bipartidismo del PP y del PSOE, es decir la alternancia política
con aquellos liberales y conservadores de los siglos pasados. Pero entramos en
una nueva época en que el ciudadano mejor informado que nunca, y con acceso a
las nuevas tecnologías, jóvenes preocupados por su futuro profesional, laborar
y de bienestar, buscan alternativas de las trasnochadas ideas de la vieja
política, que no saben hacerlo de otra manera hasta llevarnos a una época de
crisis, paro, pérdida de derechos públicos, Sanidad y corrupción política hasta
límites intolerables.
Por ello, los ciudadanos, verdaderos propietarios de la soberanía, ha decidido cortar por lo sano, y hacer lo qaue
no puede hacer las Justicia en los Tribunales: inmediates y cortar por lo sano
Es indudable que los grandes pesos pesados de la política
deseen perpetuarse en el poder, pero esto ni es democrático, ni es sano, ni es
lógico ni racional. El PP ha perdido su poder por culpa de aquellos brutales
medidas económicas, la quita de la paga de Navidad a las funcionarios (que no
se lo han perdonado), la crisis, el paro, no ha oposiciones para la Educación y no hay salida para la juventud, Bárcenas, Francisco Camps, Rita
Berberá, Cotino, Alperi, Sonia Castedo…
El compromiso de un partido político es perpetuarse en el
poder porque arrastra tras de sí una seria de compromisos y programas. Pero cuando
sucede el caso de Alberto Fabra, que vivía dentro de una urna, un tío seco, burócrata
y sin contacto directo con el ciudadano, más tiempo en Madrid que en la
Comunidad de Valencia, ese distanciamiento le pasó factura, hasta caer del
pedestal de la prepotencia.
Y como la sociedad sí cambia, con mayor velocidad que el
cambio político, por ello busca nuevo políticos con nuevas fórmulas y propuestas
como Podemos, Ciudadanos, Compromís y otros locales, más cercanos a los
problemas cotidianos.
Perpetuarse en el poder equivale a disctadura.