Crispación en la Plaza
Indignados. «Corrupta», «Ortiz y Castedo,
devolvernos el dinero» o «Tanto Brugal da resaca» eran algunos de los
mensajes de las pancartas que portaban los alrededor de 400
participantes en la manifestación de ayer para pedir la dimisión de la
alcaldesa, muy ruidosos pero tranquilos hasta que, aprovechando que un
grupo de turistas entraba al Ayuntamiento, quisieron colarse con ellos.
La Policía Local se lo impidió.
«Les pedimos que se marchen con tranquilidad, no queremos problemas y
tampoco vamos a permitir ningún circo, por favor, desalojen», rogaba un
agente de la Policía Local a la quincena de personas que se colaron a
la fuerza en el vestíbulo del Ayuntamiento y que reclamaban su derecho
ciudadano a estar en la casa de todos los alicantinos. Eran
manifestantes que se quedaron dentro en el alboroto que se montó en
apenas segundos cuando buena parte de las personas que asistieron a la
concentración convocada por 26 colectivos -entre ellos Podemos, EU y
Compromís- en la Plaza del Ayuntamiento para pedir la dimisión de la
alcaldesa popular Sonia Castedo intentaron irrumpir en el Pleno
aprovechando que entraba al edificio un grupo de turistas.A duras penas los agentes pudieron contener a la masa enardecida que empujaba al grito de «Ladrona», «Sonia, vete ya» y «No es un partido, es una mafia», episodio que curiosamente coincidió con la votación de una moción de EU reclamando la dimisión de la regidora. Lo lograron, tras momentos de forcejeo, en los que se emplearon a fondo para cerrar las pesadas puertas del edificio consistorial, poniendo fin a un tenso enfrentamiento en el que estuvieron a punto de flaquear. Ninguno de los manifestantes que se coló pudo subir al Pleno porque, como explicaron luego, les pidieron la documentación y les querían registrar las mochilas, a lo que se negaron.
Tras proferir nuevas consignas contra la alcaldesa, la Policía Local abrió las puertas y salieron pacíficamente a la calle. Acto seguido, un doble cordón policial formado por veinte agentes del Cuerpo Nacional con cascos antidisturbios y doce efectivos de la Policía Local se posicionó ante la entrada principal del Ayuntamiento, aunque también había agentes en los laterales del edificio, ante el acceso situado en la plaza de la Santísima Faz y en la puerta de la Audiencia.
Desde el inicio de la manifestación, hubo un amplio despliegue policial con una docena de furgones en previsión de incidentes. La protesta fue ruidosa, con pitos, sirenas y cánticos pidiendo la marcha de Castedo de los participantes, que no llegaron a llenar la plaza durante sus más de tres horas de duración y eso que la convocaban 26 colectivos. Asistieron unas 400 personas según la Policía Nacional. Cuando declinaba se incorporaron trabajadores de La Alcoyana en defensa del transporte público. Hubo disfraces, performances y emisiones de informativos de radio con noticias sobre las escuchas.
Los asistentes desplegaron numerosas pancartas con mensajes como «Bienvenido a la república independiente de «Ortiz», «Has arruinado al Ayuntamiento», «Por un Hércules limpio», «Imputados a la cola del INEM», «Las escuchas no mienten», o «Dimitir no es un nombre ruso». Los manifestantes incluso quemaron una imagen de la regidora y el empresario juntos.
Una vez que se tranquilizaron los ánimos tras el intento de invasión, la Policía dejó a dos asistentes registrar un escrito pidiendo el cese de Castedo. Lo volvieron a reclamar durante la lectura de un manifiesto, anunciaron la constitución de una plataforma que seguirá demandando la marcha de la primera edil por su imputación en dos casos de corrupción y convocaron una manifestación que se celebrará el sábado y que saldrá a las 18 horas de la plaza de toros.
En primera línea, el coordinador de EU en Alicante, José Antonio Fernández, dijo que «no vamos a parar hasta que (Castedo) se mache o el PP la eche. Hablan de regeneración democrática y han de demostrarlo». Ignasi Bellido, de Compromís, criticó el modelo especulativo de ciudad asociado a la corrupción, e Isidoro Manteca, de la PIC, pidió a la alcaldesa dignidad política para marcharse.