¿Qué es un partido político?
francisco sánchez 14.09.2014 | 09:38/Diario Información
Un partido político es una combinación entre una familia y un parque
zoológico. Si usted quiere acercarse a ellos, yo estoy hasta las trancas
en uno de ellos, observarán los comportamientos humanos y los
comportamientos salvajes en su máxima expresión. Somos así. Descargamos
toda nuestra artillería en los colectivos donde, como el león que marca
el territorio, queremos hacernos ver.
Si el partido tiene pocos militantes, mal. Mal porque los que están no quieren que entre nadie para repartirse el botín. Escuchará usted expresiones como «hacen falta militantes de calidad». Que es lo más parecido al sectarismo para que no entre nadie. Como si la calidad la administrase el que está, que puede tener menos calidad que un chorizo de cantimpalo. Un partido minúsculo en militantes, es minúsculo en líderes capaces. Porque la propia dinámica de números bajos fomenta el gansterismo. Las componendas. Los acuerdos bajo manga. Muchas agrupaciones están fagocitadas por una familia, o un empresario que controla a todos los militantes. Hecha la ley, hecha la trampa. Más militantes, menos posibilidad de mangoneo.
El partido también puede abrir la mano para que, vía asamblearia, se recoja todo. Eso que queda muy bien de cara a la galería lleva su propia medicina autodestructiva dentro. Porque las asambleas las carga el diablo. Y ya hemos visto cómo se las gastan los líderes populares manejando al gentío. Porque siempre se disfraza esa «democracia real» con un control rígido por unas élites controladoras.
Pero un partido político no es un sitio geográfico. Yo estoy de acuerdo con el manifiesto fundacional de mi partido, pero no estoy al 100% de acuerdo. Eso, sería una secta. Me preocupa, siempre, la gran cantidad de personajillos que aupados en puestos de responsabilidad te invitan a dejar el partido si no piensas en todo igual que el establishment. ¡Joder! Pero la democracia no es el respeto a la disidencia interna.
Ser demócrata es lo más difícil de ejercer en un partido político. Porque a todos se nos llena la boquita de tolerancia, consenso y respeto. Hasta que te dan un carguico. Entonces, en todos los partidos, en todos, ves qué personajes valen la pena y quiénes están esperando para colocarse. Una democracia plagada de gentecilla que se afilia a los partidos para colocarse laboralmente es una democracia tocada de muerte. No importa el currículum, ni tu preparación. Importa cuántos indios, o sea votos, tienes para conseguir colocarte tú. No van a venir gentes muy preparadas y capaces a «quitarnos el puesto» , después de tantos años esperando que llegue?
Sí hay solución. Yo que veo todas esas miserias a mi alrededor, en todos los partidos, le animo a que rompa con esa dinámica. Afíliese. Es jodido, ya le advierto. Pero el sistema cerrado de todos los partidos obliga a romperlo desde dentro. No hay sociedad democrática sin partidos políticos. Pero la política, lo siento, no es de los profesionales de la política. Usted mañana tiene que pagar el IBI, y ese impuesto se puede bajar si los que nos gobiernan saben administrar nuestros dineros. Eso es la política. Si usted reniega de ella, el zoológico tomará partido por usted. Entonces verá usted como las hienas y los animales carroñeros se encargarán de subirse al palo y no dejar que nadie se acerque.
La ausencia de los partidos políticos, o la falta de democracia interna en ellos, siempre se soluciona con dotes de «ordeno y mando». Pobre gente la que tiene que imponer y no convencer. Por eso se producen las traiciones. Porque la gente hace sus cálculos para no bajarse de la ruleta rusa que es poder seguir mandando para seguir cobrando.
A la pregunta de qué es un partido político siempre volvemos a nuestras experiencias personales. Pero les puedo asegurar que es lo más necesario y lo más imprescindible para gobernar las voluntades de los ciudadanos. Sin agrupaciones políticas, los «iluminati», los militares o los salvadores de la patria camparán a sus anchas. Pero los partidos políticos, para que no gobiernen los tontos, los que no tienen nada o los que quieren una nómina domiciliada, tienen que poblarse de gente que no necesite la política para vivir. Yo así lo veo. Porque, de lo contrario, dejaremos abierta la puerta del zoológico y las fieras acamparán a sus anchas.
Si el partido tiene pocos militantes, mal. Mal porque los que están no quieren que entre nadie para repartirse el botín. Escuchará usted expresiones como «hacen falta militantes de calidad». Que es lo más parecido al sectarismo para que no entre nadie. Como si la calidad la administrase el que está, que puede tener menos calidad que un chorizo de cantimpalo. Un partido minúsculo en militantes, es minúsculo en líderes capaces. Porque la propia dinámica de números bajos fomenta el gansterismo. Las componendas. Los acuerdos bajo manga. Muchas agrupaciones están fagocitadas por una familia, o un empresario que controla a todos los militantes. Hecha la ley, hecha la trampa. Más militantes, menos posibilidad de mangoneo.
El partido también puede abrir la mano para que, vía asamblearia, se recoja todo. Eso que queda muy bien de cara a la galería lleva su propia medicina autodestructiva dentro. Porque las asambleas las carga el diablo. Y ya hemos visto cómo se las gastan los líderes populares manejando al gentío. Porque siempre se disfraza esa «democracia real» con un control rígido por unas élites controladoras.
Pero un partido político no es un sitio geográfico. Yo estoy de acuerdo con el manifiesto fundacional de mi partido, pero no estoy al 100% de acuerdo. Eso, sería una secta. Me preocupa, siempre, la gran cantidad de personajillos que aupados en puestos de responsabilidad te invitan a dejar el partido si no piensas en todo igual que el establishment. ¡Joder! Pero la democracia no es el respeto a la disidencia interna.
Ser demócrata es lo más difícil de ejercer en un partido político. Porque a todos se nos llena la boquita de tolerancia, consenso y respeto. Hasta que te dan un carguico. Entonces, en todos los partidos, en todos, ves qué personajes valen la pena y quiénes están esperando para colocarse. Una democracia plagada de gentecilla que se afilia a los partidos para colocarse laboralmente es una democracia tocada de muerte. No importa el currículum, ni tu preparación. Importa cuántos indios, o sea votos, tienes para conseguir colocarte tú. No van a venir gentes muy preparadas y capaces a «quitarnos el puesto» , después de tantos años esperando que llegue?
Sí hay solución. Yo que veo todas esas miserias a mi alrededor, en todos los partidos, le animo a que rompa con esa dinámica. Afíliese. Es jodido, ya le advierto. Pero el sistema cerrado de todos los partidos obliga a romperlo desde dentro. No hay sociedad democrática sin partidos políticos. Pero la política, lo siento, no es de los profesionales de la política. Usted mañana tiene que pagar el IBI, y ese impuesto se puede bajar si los que nos gobiernan saben administrar nuestros dineros. Eso es la política. Si usted reniega de ella, el zoológico tomará partido por usted. Entonces verá usted como las hienas y los animales carroñeros se encargarán de subirse al palo y no dejar que nadie se acerque.
La ausencia de los partidos políticos, o la falta de democracia interna en ellos, siempre se soluciona con dotes de «ordeno y mando». Pobre gente la que tiene que imponer y no convencer. Por eso se producen las traiciones. Porque la gente hace sus cálculos para no bajarse de la ruleta rusa que es poder seguir mandando para seguir cobrando.
A la pregunta de qué es un partido político siempre volvemos a nuestras experiencias personales. Pero les puedo asegurar que es lo más necesario y lo más imprescindible para gobernar las voluntades de los ciudadanos. Sin agrupaciones políticas, los «iluminati», los militares o los salvadores de la patria camparán a sus anchas. Pero los partidos políticos, para que no gobiernen los tontos, los que no tienen nada o los que quieren una nómina domiciliada, tienen que poblarse de gente que no necesite la política para vivir. Yo así lo veo. Porque, de lo contrario, dejaremos abierta la puerta del zoológico y las fieras acamparán a sus anchas.