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domingo, 27 de julio de 2014

Artur Mas defiende lo indefendible y miente, cuando dice que el fraude de Pujol pertecene al ámbito privado y familiar.

Después de años de dar lecciones a todo el mundo, de explicarnos cómo teníamos que hacer las cosas y de venderse como un referente ético; después de décadas de hablar de valores y moral, de atreverse a juzgar a los demás con una arrogancia que la Biblia no prevé ni para el Juicio Final, Jordi Pujol i Soley confesó el viernes que durante 23 años Cataluña estuvo gobernada por un evasor fiscal y que la máxima autoridad del Estado en la comunidad, y encargado máximo de hacer cumplir la ley, era el primero que no la cumplía.
Pero lo más grave, y lo que acabará de destruirle, es que tampoco anteayer dijo toda la verdad, ni siquiera su parte más significativa. Suponiendo que sea cierta la historia de la herencia de su padre, el grueso de lo que a los Pujol les han encontrado en el extranjero, y lo que les irán encontrando, corresponde a las comisiones que cobró su hijo mayor a cambio de concesiones y favores del Govern mientras su padre lo presidió, y al rendimiento de los negocios e inversiones que con este capital se hicieron con posterioridad...

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(Jordi Pujol, el de la ética y las mentiras fiscales)
Dibujo, caricatura con gorro frigio, símbolo de la libertad y de la independencia.