Muchos son los artículos que he leído esto días de junio con Hogueras de San
Juan en Alicante, de doctos periodistas e incluso de ganadores del premio
Mariano de Cavia, que es algo así como el Pulitzer del periodismo español, que
no hacen mención de ciertos reproches sublimares de Felipe VI a su padre.
En ninguno de estos artículos he apreciado que se insinúe el
"chorreo" (por emplear una palabra castiza) o reproches, que se
desprenden de algunas frases del discurso de Felipe VI de proclamación, a su
padre (Rey ya en Reserva Activa). Podría ser que el real hijo las dijera sin
mala fe y sin cinismo. Pero tras una lectura detenida y en segunda línea de
intenciones, aprecio que psicológicamente existe en sus palabras un deseo de
desquite y de bronca sublimar.
Leemos cuando dijo: "La Corona debe (...), velar por la dignidad de la
institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta
y transparente, como corresponde a su función institucional y a su
responsabilidad social". ¿Acaso de haber tenido D. Juan Carlos una
"conducta integra, honesta y transparente", en los últimos años,
hubiera sido necesario hacer hincapié en ello? Ya se le supone a la
Corona esta integridad, honestidad y transparencia. No obstante, hacia falta
remarcar esta tres palabras de índole disciplinario por esos clandestinos safaris y otros asuntos que está en la memroai de los lectores..
Don Felipe continúa "...mis convicciones sobre la Corona que,
desde hoy, encarno: una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Es
decir, que la monarquía se su padre está ya anquilosada en tiempos viejos y
añosos. Que don Juan Carlos venía de una decisión de la dictadura de Franco,
aunque consensuada en a Constitución de 1978, y había que darle un cambio de
legitimidad constitucional, más o menos, para intentar aplacar voces discrepantes de una izquierda cada vez
mas republicana.
Continúa con el discurso de "hacia la España renovada que debemos
seguir construyendo todos juntos al comenzar este nuevo reinado". Y me
pregunto por qué no se ha renovado España y la monarquía.
Otra frase.- "Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y
mantengan la confianza en sus instituciones [la Corona entre ellas] y
una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en
el rigor, siempre con una mentalidad abierta y constructiva y con un
espíritu solidario". Vuelve a insistir en la honestidad, quizás la Infanta
doña Cristina y el ínclito Urdangarin, no estuvieron a la altura, por culpa de
dejar pasar las mareas y no actual con palo certero Juan Carlos.
Es decir, que hubo un severo castigo verbal a su padre, quizás por eso se
ausentó del Congreso, o le advirtió el hijo "no vengas porque te vas a llevar
un rascapolvo encubierto". Y el rey saliente con fatiga de materiales
encima, sin ganas de discusiones y con un dolor que no se quitaba ni con los
antiinflamatorios COX-2, le respondió que de acuerdo, "haz lo que a tus reales
co... le parezca bien, pero déjame tranquilo".
Por ello, hemos de entender que el discurso del Rey fue impecable como una
verónica de Dominguín dedica a Picasso que, por cierto fue padrino de su
hijo Miguel Bosé. Un capote grana y oro siempre es una bandera que hay que
saber izar con el Himno Nacional, aunque no tenga letra que compartir y que nos
una a todos los españoles y nos estimules. Por eso nos ganaron el equipo de
Chile, porque salieron motivados y como motos tras cantar la letra de su Himno Nacional en
coro con la afición en la grandas. Mientras nuestra selección La Roja miraba al
cielo con el mental "champun-champun". ¿Y para cuando el Parlamento
nos va a dar la letra de un himno que hable de victorias y de luchas, y de que
somos los mejores?, para que no pase lo de Brasil/Brazil.
Los discursos impecables son aquellos que siempre tienen detractores en la
afición como ocurrió con los novilleros Artur Mas y Urkullu, aspirantes a
presidentes de las republicas utópicas de Cataluña y País Vasco, que no
aplaudieron porque estaban en el punto de mira de los francotiradores de Bildu
y de ERC, respectivamente. Y con estas actitudes de silencio de palmas (solo les faltaron
sacar pañuelos blancos). Cómo quieren que Felipe VI, vaya a estas Autonomías
territoriales díscolas y por pacificar en visita de cordialidad.
No podía el Rey, símbolo de la unidad de España, hablar de “plurimultinaciones”
o Estados Federales en el Congreso. Estos asuntos quedan para los pases de salón
y conversaciones en los despachos. Que de todo habrá en el futuro.
Ramón Fernández Palmeral
(Revista digital de ARTE, CULTURA Y OPINIÓN DESDE ALICANTE. Nuevoimpulso.net
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