Los Reyes Magos llegaron a Alicante minutos
antes de la hora prevista, sobre las 17.20 horas. Lo hicieron a bordo
de una patrullera de la Guardia Civil, que atracó frente a la Concha de
la Explanada. Allí esperaban cientos de niños, que tuvieron que sortear
la confusión inicial para acercarse a los Magos, ya que en un principio
la llegada iba a producirse en las Escalinatas de la Reina, pero el
viento previsto obligó a trasladar unos metros el punto del amarre.
Rodeados de los pequeños, sus majestades repartieron saludos y besos,
además de hacerse decenas de fotos, antes de montarse a bordo de sendos
vehículos de época, con dirección a la Plaza de Toros, aunque al destino
tan sólo llegaron dos tras el incidente con los frenos de uno de los
coches.
En el coso taurino, que presentaba más de media entrada, los
pequeños se divirtieron con el espectáculo «La cabalgata de los cuentos»
hasta la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Con cierta
puntualidad, poco después de las 19 horas, arrancó lo más esperado de la
tarde: la cabalgata de los Reyes Magos. El recorrido, con inicio en
Luceros y final en la plaza del Ayuntamiento, contó con la protección de
cientos de vallas, con el objetivo de evitar tragedias como la muerte
de un pequeño el pasado año en Málaga al ser atropellado por una
carroza. En cambio, y pese a las consignas iniciales, no todos los
caramelos se entregaron en mano y fueron cientos los que se lanzaron al
aire para que llegaran a los pequeños que veían la cabalgata lejos de la
privilegiada primera fila.
El desfile, cargado de magia, se inició
con el sector lúdico, en el que participaron carrozas de Ice Age,
Mickey, Bob Esponja, la Sirenita y Dumbo, entre otros. A continuación
llegó la parte bíblica de la cabalgata, con la esperada presencia de
Melchor, Gaspar y Baltasar, que dejaron embelesados a los más pequeños.
Y
por último, fue el turno de las carrozas comerciales, que sirvieron
como punto final a una cabalgata cuyo recorrido estuvo amenizado con
música navideña. Los niños, ajenos a casi todo –incluso al molesto
viento y al intenso frío–, tan sólo tenían ojos para su Rey Mago
favorito, al que gritaban con la ilusión de captar unos instantes su
atención. Algunos, incluso, lo consiguieron.