Como ya estamos a puntito de salir de la crisis, es posible que en
2014 vuelvas a verte rebosante de dinero y no sepas qué hacer con él. ¿Y
qué mejor forma de gastar tu fortuna que invertirla en presentes para
tus seres queridos? Así que, en el clásico derroche de espíritu navideño
que me caracteriza, ofrezco siete propuestas para regalar a la familia y
los amigos. ¡Acertarás seguro! Empecemos:
Un cinturón de castidad. La ley del aborto no deja muchas alternativas para viciosos como tus amiguetes. ¡Se acabó pasarse la vida fornicando y abortando a diestro y siniestro! Como a Dios tampoco le gustan los preservativos, nada mejor para huir de los sagrados designios del Señor (que es muy de enviar embarazos) que evitar la tentación de la carne.
Unos cuantos billetes de Ryanair. Es posible que el cinturón de castidad le cause un sarpullido a tu prima o no se sienta lo suficientemente medieval para llevarlo (ya se sabe, las mujeres son unas frívolas inmaduras). En tal caso, mejor optar por vuelos a algún lugar que todavía guarde cierta cordura y respeto por los derechos de las mujeres. Recuerda, se debe prestar atención a las dimensiones del equipaje de mano, que luego obligan a facturarlo (¡malditos!).
Un tertuliano dogmático con el que discutir en el bar. ¿A quién no le gustaría tener su propio experto casposo para intercambiar impresiones? Un par de cañas y ¡ale! a criticar a esos políticos «que son todos unos ladrones» y a la gente «que gasta más de lo tiene». ¡El regalo favorito de estas Navidades!
Una hucha con forma de cerdito para pagar las multas de la «ley mordaza». Claro, tienes el típico amigo violento-perroflauta-antisistema-filoetarra-subversivo que defiende sus derechos, pues muy pronto va a haber un buen fajo de sanciones esperándole en casa. Sé previsor y obséquiale con una hucha de las que tienen tapón o pasará los próximos meses rompiendo cerdo tras cerdo.
Silla plegable para esperar en las colas del banco de alimentos o de los comedores sociales. A pesar de que la economía ya va viento en popa a toda vela, aún queda gente empeñada en pasar hambre y ser pobre. Excéntricos, como quienes disfrazan a sus gatos y suben las fotos a Instagram. Si ése es el caso de algún familiar (la miseria, para los fans de los gatos no tengo soluciones), invierte en una ligera silla plegable con la que aguarde cómodamente la sopa caliente y las latas para alimentar a sus vástagos.
Un paquete de folios. ¿O tus amigos en paro creen que sus currículos se van preparar solos? Por vagos como ellos no hemos salido del todo de la crisis. ¿A qué espera esa panda de desechos sociales para encontrar trabajo?
Cartones. Quizás un 12 de febrero o un 7 de abril de 2014 alguno de tus seres queridos forme parte de una de las 17 familias valencianas que son desahuciadas cada día. Por si acaso, puedes ir consiguiéndole unos cartones con los que cobijarse en el portal o bajo el puente al que llamará hogar.
No seas avaricioso que es Navidad. ¿Y qué vas a hacer si no con el pastizal que te sobre de tus 645,30 euros de salario mínimo? ¿Comprarte una casa de oro?
Un cinturón de castidad. La ley del aborto no deja muchas alternativas para viciosos como tus amiguetes. ¡Se acabó pasarse la vida fornicando y abortando a diestro y siniestro! Como a Dios tampoco le gustan los preservativos, nada mejor para huir de los sagrados designios del Señor (que es muy de enviar embarazos) que evitar la tentación de la carne.
Unos cuantos billetes de Ryanair. Es posible que el cinturón de castidad le cause un sarpullido a tu prima o no se sienta lo suficientemente medieval para llevarlo (ya se sabe, las mujeres son unas frívolas inmaduras). En tal caso, mejor optar por vuelos a algún lugar que todavía guarde cierta cordura y respeto por los derechos de las mujeres. Recuerda, se debe prestar atención a las dimensiones del equipaje de mano, que luego obligan a facturarlo (¡malditos!).
Un tertuliano dogmático con el que discutir en el bar. ¿A quién no le gustaría tener su propio experto casposo para intercambiar impresiones? Un par de cañas y ¡ale! a criticar a esos políticos «que son todos unos ladrones» y a la gente «que gasta más de lo tiene». ¡El regalo favorito de estas Navidades!
Una hucha con forma de cerdito para pagar las multas de la «ley mordaza». Claro, tienes el típico amigo violento-perroflauta-antisistema-filoetarra-subversivo que defiende sus derechos, pues muy pronto va a haber un buen fajo de sanciones esperándole en casa. Sé previsor y obséquiale con una hucha de las que tienen tapón o pasará los próximos meses rompiendo cerdo tras cerdo.
Silla plegable para esperar en las colas del banco de alimentos o de los comedores sociales. A pesar de que la economía ya va viento en popa a toda vela, aún queda gente empeñada en pasar hambre y ser pobre. Excéntricos, como quienes disfrazan a sus gatos y suben las fotos a Instagram. Si ése es el caso de algún familiar (la miseria, para los fans de los gatos no tengo soluciones), invierte en una ligera silla plegable con la que aguarde cómodamente la sopa caliente y las latas para alimentar a sus vástagos.
Un paquete de folios. ¿O tus amigos en paro creen que sus currículos se van preparar solos? Por vagos como ellos no hemos salido del todo de la crisis. ¿A qué espera esa panda de desechos sociales para encontrar trabajo?
Cartones. Quizás un 12 de febrero o un 7 de abril de 2014 alguno de tus seres queridos forme parte de una de las 17 familias valencianas que son desahuciadas cada día. Por si acaso, puedes ir consiguiéndole unos cartones con los que cobijarse en el portal o bajo el puente al que llamará hogar.
No seas avaricioso que es Navidad. ¿Y qué vas a hacer si no con el pastizal que te sobre de tus 645,30 euros de salario mínimo? ¿Comprarte una casa de oro?
