Por Aurora Bosque
No entiendo el gusto por las películas violentas,
sangrientas o de miedo. O la gente se ha vuelto loca o hemos tomado un rumbo
violento, o por el contario es que nuestro cine también se ha contagiado de la
películas norteamericanas, asiáticas o de otros países donde la guerra, la
violencia innecesaria, el crimen, el asesinato, el abuso está en las pantalla
de los cines.
Pero lo que es peor aún en las televisiones, en todos los
canales nos ofrecen películas basuras de paquetes o series violentas de extremo impacto, lo cual es muy
desagradable, e incluso mis niños las ven y se ríen, quizás porque están
perdiendo el sentido de la compasión, o la sensibilidad.
Vemos lo que nos ponen, el gusto de los norteamericanos por
el crimen se debe a su doble hipocresía, a su doble moral, a su falso puritanismo:
censuran las palabras obscenas: tetas, culos, penes o insultos. Ellos se
ruborizan, en cambio cuando un tipo loco, o el policía de turno dispara con una
ametralladoras y matan a cientos se ríen, no les importa la sangre por las
pareces, tampoco. Luego van a la iglesias y cantas aleluyas, Dios está en el dóllar, se ve que es el Dios violento de la Biblia.
El sexo está prohibido, las armas no. Las escenas de cama
sólo son exportables para países como el nuestro con una morarl tolerantes.
Nuestros directores copian el cliché de este tipo de películas
porque son las únicas que nos dejan ver. Creen que son las únicas que venden o
son rentables.
He dejado de ir a las salas de cine, no por cuestión económica,
sino porque toda las películas o son violentas o no valen nada. Quizás hace
falta un cambio de mentalidad en nuestros directores, el amor también existe. Y
los Love Stoys los echamos de menos.
He empezado a dejar de ver la televisión, y alquilo películas que puedo tolerar.
He empezado a dejar de ver la televisión, y alquilo películas que puedo tolerar.