"Llegé, inauguré y me volví".
Un acto tan rápido y recortable que muchos de los invitadosse quedaron con las ganas de saludar, no ya de intercambiar dos palabras con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o el Príncipe Felipe, o Fabra sino sin la oportunidad de estrecharles la mano.Lo importante era hacer el acto de inuguración antes de la 2 de la tarde para salir en el telediario y noticias de las 3.
El tren llegó a las 12.44, pero la hora fue anecdótica. Un "speaker" pedía a los invitados que se sentaran mientras estos tampoco sabían muy bien el significado del color de sus tarjetas. Llegaron el Príncipe, Rajoy y Fabra, leyeron sus discursos y 35 minutos después, el mismo "speaker" llamaba para coger el tren de vuelta a Madrid.
Una salida prevista para las 14.00 horas y que se produjo poco después de las 13.30, y marcada por las carreras de muchos invitados por acercarse a Don Felipe y a Mariano Rajoy. A la ministra Ana Pastor, artífice de que el AVE haya llegado a Alicante en las Hogueras, casi ni se la pudo ver.
Los 50 minutos de acto oficial previstos en un principio se quedaron en poco más de media hora para disgusto de los invitados y de los alicantinos que llevaban esperando pacientemente desde las 10 de la mañana en el vestíbulo con la intención de agasajar al Príncipe, y que se quedaron compuestos y sin poder ver a Su Alteza Real, que dijo dircurso un poco alterado bajo el rebramido de la manifestación en el exterior, por lo tanto ya no puede decri que se enteró por la prensa.
La frialdad se notó incluso a la hora de la foto oficial, a pie de andén, donde la comitiva ni tan siquiera tocó o vislumbró el morro de la locomotora. bajo el bramido de la manifestación en el exterior.
¿Cuestión de agenda? ¿Nervios por las protestas que se producían en el exterior? Lo cierto es que para un hecho histórico como la llegada de la alta velocidad a Alicante se esperaba un acto en un ambiente más cálido. Y, por otra parte, igual que ha sucedido en otras inauguraciones, contó con cientos de personas protestando en los aledaños de la estación con pitos, bocinas y hasta petardos.
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Cuando no se cumple la Contitución que es lo que ampara al ciudadano contra el poder, es lógino, norma, necesario e imperativo manifestarse, como muy oportamente lo hiceron una gran mayoría de alicantinos, abuchenado a las autoridades y apedreandoles. Porque inevitamblemente no hay cambio sin lucha, nadie da nada a los callados, ni a los débiles ni discapacitados. Los políticos hacen oidos sordos, no quieren que les molesten, son unos hipoócritas. Cuando el pueblo sale a la calle clamando justicia, honradez y buena administración será por algo, ¿no?
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Estamos de Barcenas hasta el límite de la tolerancia, por qué este presunto corrupto no está ya en la cárcel. ¿Acaso no era el festaferro de los dinero del PP en Suiza? Su inmunidad, y sus mentiras es lo que hace pensar que estamos en lo cierto. Una ley de transparencia ya.
