Dolores de Cospedal, que no ha vuelto a aceptar preguntas desde que apareció
con aquel hábito carmelita marrón intenso para explicar el ídem de Luis
Bárcenas, el chorizo suizo. Para mí que la pobre no es que les haya cogido pánico a los
careos después del bochorno del finiquito en diferido, sino que está
esperando a que se le seque el modelito. Como llueve sobre mojado, en
Génova no se seca la colada ni a tiros. Eso, por no hablar del
bicharraco que llevaba agarrado a la pechera.
Alguien, algún día, hará
una tesis de por qué las políticas de toda era y pelaje —esa Salgado,
esa Rosa Díez, esa De la Vega—, pero especialmente las peperas
—esa Aguirre, esa Rudi, esa Botella— son adictas a los broches
gigantescos. Hay quien sostiene que es mera coquetería femenina. Pero
para mí que, además, son escudos acorazados para repeler las pullas de
según qué capullos sexistas.
En el día internacional de la muejr, dice que los hombres nos vamos a tomar cervezas, a echar la aprtida o a al fútbol, mientras ellas tienen que hacer las fenas de la casa. Me parece que ella hace pocas faenas en la casa. Mejor dicho en el cigarral de Toledo.
Hay unos refránes verdaderos:
El que calla oculta.
La verdad tiene muy poco que explicar.
La mentiras tienen las patas muy cortas.