Se cumplen el 34º aniversario de la Constitución de 1978.
Una Constitución que para contentar a todos repartió autonomías a gogó, para encubrir la pretensiones independentistas del País Vasco y Cataluña. Una España desigual en riquezas que no se puede sustentar con un reparto desigual. Una descentralización a medias. O Estados Federales o España Centralizada, no caben más engaños.
Madrid sigue siendo la capital de España, allí se concentran las centrales de las principales empresas, bancos, está la Bolsa, los lobbys de presión, el Gobierno de la Nación, Cortes y Senado, la sede de todos los organos estratégicos. Y encimas la vías de comunicación: autopistas, ferrocarriles, aeropuerto de Baraja, siguen en la dinámica de la gran radial. Es decir, que hemos cambiado el nombre de las cosas, pero no las estructuras, quiere decir que seguimos igual que antes.
Tendrá características
diferentes a todos los anteriores y no solo porque los actos se hayan
trasladado al Senado, al estar en obras la cubierta del Palacio de la
Carrera de San Jerónimo. Se trata de la primera conmemoración con Mariano Rajoy
al frente del Gobierno y en medio de una crisis económica desconocida
para la sociedad española desde hace muchos años, con escasas o nulas
expectativas, lo que induce a un pesimismo social de gran calado. En
este contexto, la mitad de los españoles se declara insatisfecho con la Constitución de 1978
que devolvió a los españoles la libertad y reconoció derechos
sepultados durante la dictadura. El clima político es de una profunda
división, como se pone de manifiesto todos los días fuera y dentro del
Parlamento, aunque no se traduce en inestabilidad institucional y
parlamentaria por la fuerza de la mayoría absoluta del PP.
En fin que la Constitución se nos está quedando anticuada y atávica. Habrá que hacer algunas recormas, como la Ley Electoras y la supresión del Senado o cámara territorial que no sirva más que para gastos.