Este tema es la clave del futuro de España, porque las autonomías que quieren ser Naciones dentro de otro Nación,
ayuntamientos y diputaciones son los responsables de los dos tercios
del gasto público -234.000 millones frente a 118.000 el Estado en
2011-, excluyendo la Seguridad Social -23.000 millones-, y este gasto
se realiza en condiciones de descontrol, despilfarro y corrupción
totalmente inaceptables. Las razones verdaderas de la crisis del país,
en onsonancia con lo dicho, nada tienen que ver con salarios
demasiado altos -un 60 % de la población ocupada gana menos de 1.000
euros/mes-, ni pensiones demasiado altas -la pensión media es de 785
euros, el 63% de la media de la UE-15- ni pocas horas de trabajo, como
se ha trasmitido a veces desde Alemania.
La razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable,
fuente de todo nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una
oligarquía de partidos en connivencia con las oligarquías financiera y
económica, y con el poder judicial y los organismos de control a su
servicio. En España no existe separación de poderes, ni independencia
del poder judicial, ni los diputados represen tan a los ciudadanos,
solo a los partidos que los ponen en una lista.
Ya el caso de Grecia ha demostrado que las ayudas europeas tienen que estar vinculadas a un control estricto y condiciones duras. Esas condiciones no pueden
solamente representar recortes sociales o subidas brutales de
impuestos, como hace ahora el Gobierno de Mariano Rajoy con la excusa
de Europa.