
Los adultos, con una mentalidad ciega, pretendemos que los hijos, por su corta edad, están ausentes, sordos o ciegos. Los niños por los general son traviesos, son niños, no hombres pequeños, que requieren nuestra atencion y cariño. Queremos que no nos lomesten. Les mamos consolas e Inetrnet para qye se distraigan y se formen solo.
El resultado de inmiscuir a los pequeños en nuestro mundo adulto es que los llenamos de miedo. Les permitimos que escuchen y presencien situaciones que emocionalmente no pueden digerir y se angustian. Cuando escucha en la telenovela que el padre ha abandonado a la madre y a sus hijos, el pequeño hace la transferencia a su vida y sufre pensando que lo mismo le ocurrirá a él; “¿Verdad que tu nunca te vas a ir papi?”.
También cuando el niño contempla en la televisión escenas violentas o sangrientas, ninguna explicación los consuela porque no comprenden ese tipo de situación que vivimos los adultos en nuestro mundo.
Cuando arrancamos a los niños de su mundo infantil, de ese mundo donde se maneja a su antojo lo mágico, la fantasía, la imaginación y se encuentra seguro, para incluirlo en el mundo adulto, lo volvemos impotente y desvalido.
El niño deja de ser bello y seguro para volverse incierto y amenazante. Los adolescentes dejan de confiar y se protegen con una coraza, a veces, de cinismo, indiferencia y agresión. Cambia su alegría de vivir por el resentimiento de existir. Después nos sorprende saber que la depresión infantil va en aumento.
El niño requiere atención, juegos, salidas, experiencia y que vivan en un entorno feliz. La televisión ses causas muchos traumas emntales, porque ellos no saben interpretar las imágenes que vemos los adultos.