Por Ramón Fernández Palmeral
En un cara a cara, en un debate siempre se espera que gane alguien, porque nuestra mente es competitiva; o sea, que la prensa lo ha convertido en un encuentro pugilístico, alguien tiene que perder u otro ganar o empatar. En el muy esperado debate de ayer entre el aspirante Mariano Rajoy y el defensor del título Alfredo Rodríguez-Rubalcaba, venció Rajoy a los puntos, y qué hizo Rajoy, pues comportarse como un palafrén (qué centellas será palafrén), recibir golpes con preguntas del contrario y más preguntas como si se las hiciese a un Rajoy situado ya en la Moncloa; porque en el subconsciente de Rubalcaba se ve perdido, no tenía mente ganadora, sino la de lanzar uno puños para ver si el contrario salía a la desesperada y abría su defensa.
Pero Rajoy, que lleva ya 4 años de campaña electoral, hizo bien en no responderle directamente, no tenía obligación de aclararle nada a un contrario camaleón convertido en periodista o juez inquisitorial con el programa electoral del PP en la mesa a modo de sumario (equivocación de Elena Valencia).
Estos ataques a la desesperada fueron una negligencia dialéctica de principiante por parte de Rodríguez-Rubalcaba que además, no presentó ningún programa de lo que iba a hacer él; pues lo único que hizo fue advertir a sus votantes “pesoistas” (a lo mejor he inventado una palabras nueva) que si Rajoy fuera presidente, reduciría la sanidad y la educación pública, reduciría las pensiones y un largo etcétera de despropósitos. Pero en el fondo Rubalcaba no dijo nada de lo que iban a hacer si llegaban al poder (siempre está con discurso del miedo lo que hará Rajoy si le votan), porque no tiene propuesta lógicas ni razonales, sino la demagógica de que paguen más los ricos y los bancos, como esta fuera la panacea, como si Rubalcaba fuera nuevo en el ring, como si no hubiera estado siete años y pico de ministro y vicepresidente del gobierno ZP.
Me gustó mucho más la forma tranquila en el hablar y leer para no equivocarse de Rajoy, ante las aturrulladas expresiones y zorrerías (que no puto) de un Rubalcaba sin discurso posible ni creíble puesto que tiene colgado en el ropero a Zapatero, y a Blanco, que nada hablaron del los casos “Campeón” ni “Gürtel”, porque el tema de la corrupción la tenían aparcada en la calle. La forma paladina (qué será paladina) de exponer Rajoy su razones de empleo fueron la de que, para que un Estado reduzca su deuda y crear empleo es necesario crecer, producir para generar impuestos y de esta forma poder prestar mejores servicios de calidad a la sociedad. Y dijo una frase que me gustó "no voy a congelar las pensiones", asunto que el PSOE sí ha hecho.
Una vez terminado el debate Rajoy salió primero del palacio de Congresos de Madrid con la sensación de victoria, convencido y convenció de que está preparado para gobernar. Por el contrario Rubalcaba salió después como un guarda espalda, sin sonrisa y con la sensación de una anunciada derrota electoral y despedida. ¿Qué le queda? Movilizar a sus votantes para que en masa salven los muebles.
Estos debates no tuercen el voto de nadie quien es de PP, será del PP, y los del PSOE seguirán votando al mismo (porque a su bisabuelo lo mataron en la guerra). Sin embargo, creo que son necesarios para hacer un zoom de la personalidad de los candidatos.
Rajoy se llevó el gato al agua.
Hasta el periódico El País da ganadro a Rajoy:
El candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha impuesto por la mínima ante el aspirante socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el cara a cara celebrado anoche. El líder de la oposición supera por cinco puntos, según un sondeo flash realizado por Metroscopia para EL PAÍS, a su rival en la carrera hacia La Moncloa, con un 46% ante un 41%.
El eslogan perdedor del PSOE dice: "Si votas a Rajoy no hay futuro, vota PSOE". Lo cual evidentemente quiere decir vota inmovilismo, cuando lo que hace falta es un cambio radical, y giro de 180º, y un equipo de personas inteligentes.