Tenemos la extraña costumbre de separar los comportamientos de nuestros semejantes en buenos y malos, y generalmente consideramos malos aquellos que no coinciden con nuestras ideas, pero la neurología está haciendo descubrimientos que trastocan completamente esos esquemas y costumbres mentales.
Desde ahora, al encontrarnos con una persona ultraconservadora, debemos dejar de lado la idea de que se trata tan sólo de un elemento estúpido, agresivo y cerrado en su integrismo religioso o político, porque se trata tan sólo de una tendencia genética de su mente: es una persona neofóbica, de mente miedosa, no un enemigo.
Otro tanto sucederá cuando nos encontremos con una persona que se declare progresista radical: tan sólo está reflejando en su comportamiento su inevitable tendencia genética, es una persona neofílica. Miedosos o curiosos, ninguno es mejor que el otro, son tan sólo diferentes maneras de ver y vivir la vida, mientras con sus ideas y acciones no provoquen sufrimiento en otros seres humanos.
Esto no significa, evidentemente, que la sociedad no tenga derecho, por acuerdo mayoritario, a impedir que unos u otros impongan violentamente su forma de ser y pensar.
Siempre es bueno saber que el comportamiento de otra persona que consideramos erróneo no es resultado de su maldad, concepto que cada día va perdiendo sentido gracias a la neurología, sino de sus genes, su educación y, en último caso de una enfermedad.
Sabiendo esto, ¿quién se atreverá a juzgar personas en vez de actos?
Nekovidal - nekovidal@arteslibres.net
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