Por Ramón Fernández Palmeral
La situación de extrema necesidad en que están nuestro vecinos del Norte de África exige a Europa en primer lugar una ayuda inmediata humanitaria, de lo contrario nuestra pasividad, nuestro “ombliguismo”, nuestras insolidaridad, la Historia nos lo demandará, y ellos también. Lo que necesitan estos pueblos es ayuda sanitaria, alimenticia y protectora contra los violetos asesinos, es decir librarle de sus dictadores saqueadores, y darle seguridad y una caña para pescar.
Luego debemos acoger a aquellas persona heridas que no puedan ser atendidas en sus países, también acoger a los perseguidos porque ellos no abandonan sus casas y su país por capricho o por exilio turístico. Si tienen que venir a Europa un millón como si tienen que venir diez millones, son personas como nosotros. Ellos una vez estabilizados, en su mayoría, volverán a sus países de origen, donde tienen a sus antepasados, familias, hogares, lengua y religión, que para los musulmanes es muy importante. O como hicimos los españoles cuando emigramos a Europa en tiempos del franquismo, volver a casa.
Si Europa no actúa en la línea de la hospitalidad, en ayudarles como hermanos mediterráneos, con el tiempo, ellos nos lo echarán en cara, y jamás podrá existir una convivencia de civilizaciones, sino que será zona insegura. Si le ayudamos con una especie de Plan Marshal, ellos nos lo agradecerán y será más fácil la convivencia y su futuro.
No podemos caer en la no intervención y que ellos se maten entre sí en una guerra civil. Los países del sur de Europa tenemos una gran responsabilidad y un reto, y debemos ser generosos si es que deseamos una convivencia en paz de los 27 con ellos, porque esto va para largo, será muy largo. Y no se puede permitir más miedos, terrorismo, derramamientos de sangre, y violación de los Derechos Humanos. Si hay que intervenir militarmente en Libia para detener al tirano y juzgarlo, hay que hacerlo ya. Si no es así, para qué queremos la ONU, la OTAN, y tanto burócrata incapaces de tomar decisiones eficaces, coherentes e inmediatas.
Porque ellos también tienen derecho a su revolución y a su libertad.