30 años después todavía no sabemos quien fue el autor intelectual del intento de golpe de Estado. El teniente coronel Tejero no sabía ni un tercio de lo que se estaba cociendo en las alturas. Hoy aún no se han publicado las cintas de las conversaciones de los golpistas en el Congreso con el exterior. Aún hya documentos secretos.
Lo políticos de entonces, hablan velamente, y no dicen toda la verdad. ¿Por qué, a quién quieren tapar?
La primera fase era la entrada al Congreso, con la excusa de que el mismo había sido tomado por terroristas. La segunda fase, que fracasó, llevaría al general Armada al Congreso donde desalojaría a Tejero y haría aprobar por toda la cámara la propuesta de gobierno de concentración previamente consensuado por los grupos. Como Tejero no sabía que el "Elefante blanco" era Armada y por eso no le dejó entrar en el Congreso para crear el gobierno de concentración previsto por los grupos. Y menos mal que Tejero no sabía de la misa la media. De esta forma él mismo lo inició y lo abortó sin saberlo.
Como se frusta lo del gobierno de concentración, se ve el Rey pasó al plan B, desautoriza a lo militares golpistas y se convierte en el verdadero líder de la democracia.
Cuanto terminó todo el propio Tejero dijo "ni yo mismo sé lo que ha pasado"
La últimas teorías se han publicado en el libro "23 F, el rey y su secreto", de Jesús Palacios. Es que no fue un golpe de involución ni lo tramaron militares descontentos. Al contrario, destaca cómo las Fuerzas Armadas permanecieron leales a la Corona durante toda la Transición. Armada tenía que ser presidente de un Gobierno de excepción, en el que habría representación pluripartidista. El Cesid fue el eje de la operación, y Estados Unidos dio su apoyo. Todo el arco parlamentario con el PSOE de Felipe González a la cabeza –"sin cuyo asentimiento no se hubiera llevado a cabo la operación"– apoyaban la formación de un gobierno de concentración cuyo objetivo era el redondeo de la Transición y de la propia democracia".
Un caos alrededor. Había que poner orden en plena descomposición de la UCD. Suárez, ya en el año 80, era un problema para la democracia: es un año de gran vacío de poder. Así, la nomenclatura política –de Felipe González a Manuel Fraga, de la Conferencia Episcopal a la CEOE y los barones de la UCD– hace presión sobre las más altas esferas para reformar la Constitución, quitar de ella el término "nacionalidades", corregir el Título VIII, que regula el sistema autonómico y reconducir a los nacionalismos mediante la reforma de la ley electoral.
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El Rey dijo ayer en el Congreso, a esta altura ya sabemos toda la verdad del 23 F y la que no, se la inventan.