Cuando uno lee en prensa que en una subasta una obra de arte contemporánea alcanza precios elevadísimos, es cuando me doy cuenta que el valor económico del arte es la firma del artista, su marca. Luego se cuestionará o no, si el valor económico tiene relación con el valor artístico. Todo ello dependerá de quien los juzgue.
El artista contemporáneo debe buscar reflejar en la obra de arte su sello personal, su impronta, su peculiaridad, su firma, y procurar marcar la diferencia, por ello un Modigliani siempre será un Modigliani valorado, diferente en estilo a un Picasso o a un Van Gogh.
Lo difícil es trascender al mundo internacional de la pintura, y menos aún cuando tu obra es local y no sale de la periferia. Ni nadie se fija en ella.
Si a un artista-pintor como a un actor le preguntan cual es su peculiaridad, su estilo, aquello que le diferencia de los demás, para poder ser encasillado o catalogádo dentro de la escena del arte, debe o debería tenerlo muy claro, pues de lo contrario pasará desapercibido ante el público que es lo mismo que ser anónimo.
¿Cual es tu peculiaridad? Sería la pregunta clave, y la respuesta más eficaz y sugerente sería responder con precisión.
En muchas conversaciones con compañeros del pincel cuando le preguntas cual es su peculiardad responden que él pinta solamente como ocio para entretenerse y no busca entrar en la historia del arte. Entonces, lo que sucede es el efecto contrario, que no cuentan. Porque solo cuentan aquellos que aportan algo nuevo a la pintura.
Por ello cabría diferenciar entre el pintor-ocio y el pintor-creador. El primero es aquel que pinta como el que juega por la tardes al dominó, para pasar el tiempo sin más ambiciones artísticas; y los segundos aquellos que intentan crear algo novedoso con el riesgo siempre de un desacuerdo o unos morros.
La ponderación del criterio general de los espertos es que las mayorías no están educadas en arte como para entender el arte moderno, y rechachan cualquier modernidad o cambios. Esta actitud (de que no gusto a nadie) es el indicador de que los pintores-creadores van por buen camino.
Uno de los grandes problemas, cuando abundan tantos y tan buenos pintores, es la de dar a conocer tu obra, sacarla a la calle, a las galerías, a los escaparates, a los libros. Porque la obra que no se puede ver no existe.
Ramón Fernández "Palmeral"