No nos engañemos, el "genio de vanguardia" no es el más artista de los artistas, el mejor de los pintores. No. Es otra cosa. Él ha venido a romper lo instituido. Por ejemplo, vale decir que Miguel Ángel, tal vez sea el mejor de los pintores dentro de la línea clásica, porque sabe pintar perfectamente los seres de nuestro mundo real. ¡Cuán arrebatador prestigio tienen los cuerpos humanos suyos, eternamente bruñidos por claroscuros, esfuminados y desvanecidos! Pero, sin embargo, no entra en el grupo de los genios de vanguardia. Estos otros pintores se han creado un mundo fuera de cualquier medida, con lo cual consiguen desconcertar a la gente. Pueden, por ello, ser oscuros, complicados, hasta torpes en el oficio; e incluso ignorantes de la técnica y de las reglas elementales, ya que todos crean sus propias normas. Consecuencia final: de esto se valen los infinitos pintores incapaces que se fingen genios rebeldes. Tal vez sea que, al darse cuenta de que jamás serían admitidos en el grupo de los artistas con oficio, pretenden que aceptemos su ignorancia, bajo visos de ofrecernos originalidad.
Y llegamos al cabo del respiro. Todos los pintores que han pasado por la historia del arte hasta alcanzar el siglo XIX, aprendieron a captar el mundo real siguiendo normas greco-latinas. Es decir imponiendo fidelidad al hombre perfecto y a la Naturaleza ideal. Pero al apresar este punto, surgen -como he dicho- los genios de vanguardia. Son pocos y se pueden contar con los dedos de una mano. Los citaré de carrerilla: Cézanne, Gaugin, Van Gogh y Picasso. ¡Silencio aquí están los visionarios! Sólo como colofón añado, que algún otro día hablaré de ellos. Hoy sólo he querido hacer su presentación anticipada. Me queda refrendar la cima de su gloria.
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