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Francisco Bacon, pintor irlandés, nacido en Dublin en 1909, muerto en Madrid en 1992, su estudio era un aténtico basurero, en 30 años no lo limpió nunca, ni tampoco limpiaba los pinceles; sin embargo, tras su muerte el estudio fue considerado obra de arte en sí mismo, por derecho propio (cosas de los ingleses) y se trasladó pieza a pieza a Hugh lane Gallery de Londres, donado por su amante John Edwards. Fue autodidacta, si hubiera tenido profesores le hubieran destruido su innaca capacidad creadora. Decía, que le gustaba vivir en el caos donde encontraba su inspiración. Cuando se compró una casa grande y nueva, dijo que no podía trabajar porque se sentía castrado, le faltaba su caos creador.
Es de los pocos pintores contemporáneos privilegiados que ahora expone en el Museo del Prado. Comisaria Manuela Mena.
Para otros creadores el orden es fundamental, según ellos el orden rige en el Universo. Todo artista posee un duende que le inspira y le lleva a la creación.
Lo que encuentro en Bacon es la originalidad de su obra, impactante y provocadora, singular e identificable siempre. Estilo propio este es el camino más corto para distinguirse y con suerte triunfar.