La arquitectura imaginaria de Miguel Fernández
A primera vista, la composición transmite sobriedad y orden. Sin embargo, en su aparente sencillez subyace una complejidad latente: ¿son arquitecturas ilusorias? ¿formas imposibles? Estas construcciones se presentan como vestigios de un mundo donde la lógica se pliega sobre sí misma, generando espacios que parecen habitables, aunque carentes de función.
Desde una perspectiva simbólica, la obra dialoga con la tradición del constructivismo y el arte metafísico. Se pueden rastrear recuerdos de De Chirico en su atmósfera enigmática, así como la precisión geométrica y el estudio del color de Josef Albers. Asimismo, la naturaleza de estas estructuras remite a la arquitectura visionaria de Piranesi o a los juegos perspectivos de M.C. Escher, donde lo real se torna paradójico.
Pero más allá de las referencias estilísticas, Fernández plantea una reflexión sobre la fragilidad del tiempo y la transformación constante del espacio. Sus acuarelas evocan la imposibilidad de fijar una estructura definitiva, esta dimensión existencialista, donde la geometría busca ordenar un mundo efímero, lo emparenta también con las exploraciones espaciales de Frank Lloyd Wright, aunque desde una óptica más introspectiva y personal.
En definitiva, la obra de Miguel Fernández se inserta en un diálogo entre el arte plástico y la arquitectura idealizada, explorando la tensión entre permanencia y fugacidad, racionalidad y misterio. Su lenguaje visual, meticulosamente construido a través de sus más de 30 años de docencia, nos enfrenta a la paradoja de la forma, y a la inestabilidad de la percepción misma.
David F. Hidalgo
Licenciado en Bellas Artes
marzo 2025