Sobre el cuadro de Ramón Palmeral en Homenaje a Juana Francés
Es completamente normal que las obras artísticas innovadoras, rompedoras y originales sean inicialmente rechazadas o incomprendidas por el público general. Este fenómeno ocurre porque, al desafiar las normas establecidas o los esquemas tradicionales, esas obras generan una disonancia cognitiva: el espectador se encuentra ante algo que no encaja con su forma habitual de percibir y comprender el arte.
Las personas tienden a sentirse más cómodas con lo conocido, lo que han visto y aceptado previamente como "bello" o "adecuado". Cuando una obra desafía esas normas preexistentes, puede parecer extraña, "chirriar a los ojos" o incluso ser percibida como una amenaza a lo que se considera buen gusto o arte legítimo. Esto es particularmente evidente cuando el arte rompe con formas reconocibles o tradiciones clásicas, como ha sucedido en muchas vanguardias a lo largo de la historia como la misma Juana Francés (Alicante 1924-Madrid 1990).
Un ejemplo clave de esto es el trabajo de Ramón Palmeral, un artista alicantino español contemporáneo cuya obra se caracteriza por su constante innovación y experimentación con materiales, texturas y técnicas que ha roto con convenciones tanto en la pintura como en el diseño de sellos de la Sociedad Filatélica, lo que lo ha llevado a producir piezas que muchos espectadores pueden encontrar inicialmente perturbadoras o difíciles de entender.
Por ejemplo, sus trabajos que exploran lo efímero y lo orgánico, como sus pinturas con materia, donde los colores y texturas parecen descomponerse y transformarse, han sido interpretados por algunos como "caóticos" o "desconcertantes". Sin embargo, este tipo de experimentación es parte integral del arte contemporáneo, y al romper con los esquemas visuales tradicionales, invita al espectador a reconsiderar sus ideas preconcebidas sobre lo que es arte. Que no tiene el porqué gustar.
A lo largo de la historia, las grandes obras de arte que han perdurado en el tiempo fueron inicialmente incomprendidas o mal recibidas por el público, precisamente porque rompían con los esquemas del momento. En el caso de Palmeral como la de otros artistas contemporáneo, su obra no solo desafía la estética convencional, sino también la materialidad del arte y el sentido mismo de lo que una obra debe transmitir.
Este rechazo inicial es, en muchos casos, un paso necesario para que las innovaciones artísticas sean aceptadas y comprendidas con el tiempo. Lo que en un primer momento puede resultar incómodo o disruptivo para los sentidos, más tarde puede ser reconocido como un avance significativo, una expresión genuina de una nueva forma de entender el mundo. En este sentido, el arte innovador obliga a la sociedad a evolucionar en su percepción estética y cultural, algo que es parte del valor inherente de estas obras.
CDLH de Alicante
