ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

lunes, 16 de septiembre de 2024

"Un migrante extraterrestre se ha colado en mi zona de vigilancia", relato de Ramón Palmeral

 

                              (Un migrante extraterrestre en el desierto de Almería. /Palmeral24)

Bajo el implacable sol del desierto de Almería, Marta Oteizas conducía su viejo todoterreno por una solitaria carretera o mas bien un carril polvoriento. A lo lejos, las montañas áridas y las dunas doradas parecían ondear bajo el calor abrasador. Su misión era sencilla: tomar algunas muestras de suelo para su investigación de geología. Sin embargo, el desierto, con su vastedad y misterio, siempre la había inquietado. Era un lugar donde el tiempo parecía detenerse, y la mente jugaba trucos extraños.

El sonido de su motor era el único ruido que rompía la quietud. De repente, algo se movió en el horizonte. Al principio, pensó que eran espejismos o tal vez alguna alimaña. Pero a medida que se acercaba, la figura se hizo más clara, y su corazón comenzó a latir con fuerza.

Frente a ella, en medio de la carretera, se erguía una criatura gigantesca. No tenía forma humana, ni tampoco animal. Su piel era de un tono grisáceo y reflectante, como metal pulido al sol. Tenía al menos tres metros de altura, con múltiples extremidades que se agitaban como si intentaran adaptarse al entorno. Su cabeza, una mezcla entre insecto y reptil, poseía ojos brillantes, de un tono azul eléctrico que irradiaban inteligencia. Estaba armado y tenia una coraza o armadura, era un migrante en España.

Marta frenó en seco, con la boca entreabierta. "¿Qué demonios es eso?" pensó. Sus manos temblaban al agarrar el volante. La criatura, que parecía haberse dado cuenta de su presencia, no hizo ningún movimiento hostil, pero tampoco se alejaba.

—No puede ser... —murmuró, mientras se frotaba los ojos.

Rápidamente, bajó del coche con cautela. El aire estaba tan caliente que cada paso se sentía como una batalla, pero su curiosidad superaba al miedo. Era obvio que la criatura no pertenecía a la Tierra. La forma en que se movía, sus proporciones imposibles, su simple existencia… Marta sabía que tenía que hacer algo, pero ¿qué?

Intentó razonar. Podía ser un migrante extraterrestre. ¿Habría llegado a la Tierra buscando refugio? ¿Era pacífico? No parecía agresivo, pero no podía simplemente dejarlo ahí. No cabía en su coche, era demasiado grande. Debía detenerlo de alguna manera y alertar a las autoridades.

Se acercó despacio, levantando las manos para mostrar que no llevaba ningún arma.

—Tranquilo, no voy a hacerte daño —dijo con voz suave, aunque no estaba segura de que la criatura la entendiera.

El ser giró la cabeza hacia ella, y sus ojos centellearon. Marta sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sin embargo, la criatura no se movió.

"¿Y ahora qué?", pensó desesperada. No podía llevarlo a la civilización, y mucho menos interactuar sin saber qué era. Pero tampoco podía dejarlo vagar por el desierto. Con el corazón a mil por hora, decidió que lo mejor sería contactar a alguien que pudiera manejar la situación.

Sacó su móvil y, con manos temblorosas, marcó el número de emergencia del 112.

—¿Hola? Necesito hablar con el ejército… Un migrante extraterrestre se ha colado en mi zona de vigilancia —dijo mientras miraba de reojo a la criatura—. No es una broma. Estoy en el desierto de Almería, cerca de Taberna. Hay… hay un ser, algo extraterrestre. No lo puedo mover. ¡No cabe en el coche! No están rodando una película.

Hubo una pausa en la línea antes de que la operadora respondiera.

—¿Extraterrestre, señora? Le mando a dos policías forestales armados

Marta bufó. Sabía que no le creerían, pero tenía que intentarlo.

—Sí, es enorme, inofensivo por ahora, pero no sé qué hará. ¡Necesito que envíen a alguien ahora mismo!

Tras otra larga espera, la operadora le aseguró que enviarían un equipo militar a su ubicación. Marta colgó y volvió su atención al ser, que ahora observaba el coche con curiosidad.

Pasaron los minutos, largos y tensos. El silencio del desierto era solo interrumpido por los ocasionales zumbidos que emitía la criatura. Marta, aunque todavía temía lo desconocido, comenzó a sentir una extraña conexión con el ser. No parecía amenazante, más bien desorientado, como un viajero perdido en un mundo ajeno.

Finalmente. A lo lejos, vio vehículos militares acercarse a toda velocidad por el desierto. El polvo se levantaba en el horizonte mientras los jeeps se acercaban. Marta suspiró aliviada, pero también con un toque de incertidumbre.

—¿Es usted la que ha hecho la llamada de emergencia?

Marta asintió y señaló hacia la criatura. Los soldados, aunque entrenados para lo inesperado, parecieron vacilar ante la visión del ser extraterrestre, se dieron la vuelta y se marcharon.

—No es hostil… al menos no hasta ahora —dijo Marta. No me dejéis con al marrón...

El desierto, como siempre, seguía siendo un lugar de misterios insondables. El ser extraterrestre le dio a unos botones que tenía en la manga metálica  y se esfumó volando al cielo, sin que Marta Oteizas pudiera identificarlo debidamente según las órdenes superiores. Por incumplir las normas de migración ilegal, Marta fue sancionada con tres meses de suspensión de empleo y sueldo. 

 

Ramón Palmeral 

16-09-2024